OPINIÓN

Los tentáculos del «kraken»

Ocho son los tentáculos que suelen tener los cefalópodos, como los pulpos, y ocho son, al menos, los lugares que, en estos años, Sánchez y sus socios han invadido

Cuando un líquido cae en una superficie no impermeable, la invade casi en su totalidad gracias a una propiedad muy concreta: la capilaridad. Una característica capaz de vencer, incluso, a la oposición de fuerzas contrarias como la gravedad. La porosidad de los materiales no impermeables ... hace que los líquidos se cuelen por cualquier resquicio, como si de tentáculos de un ser marino se tratasen.

El tiempo que vivimos - ya lo afirmaba Zygmunt Bauman en sus escritos - es extremadamente líquido. Nada es firme ni sólido, todo es voluble y todo cambia con mucha celeridad. Nuestra política actual encaja también con esa definición de liquidez. Primero porque es cambiante y nada estática - no solo por los bandazos en la opinión de quien ocupa la cúspide de la pirámide del poder político español, sino porque casi nada permanece durante mucho tiempo en ella- y segundo, porque también, tiende a colonizar cualquier espacio de nuestra vida como un líquido que se extiende por capilaridad o como un pulpo que, con sus tentáculos aspira a atrapar todo, sin dejar que nada ni nadie se le escape.

Y esa manera de actuar, la de extender los tentáculos para que cada ventosa controle exactamente lo que le corresponde, es especialmente característica de la coalición de gobierno que ha salido rehecha de esta última investidura hace menos de un mes, pero que lleva desde 2019 operando en España.

Ocho son los tentáculos que suelen tener los cefalópodos, como los pulpos, y ocho son, al menos, los lugares que, en estos años, Sánchez y sus socios han invadido.

El primero de ellos, por las fechas en las que estamos, el órgano interpretador de la Constitución Española, el Tribunal Constitucional. Miembros y presidencia a su medida. El segundo, su ariete judicial particular; la fiscalía, para que dependa exactamente de quien tiene que depender, que llegó a estar dirigida, directamente, por una ministra de su Gobierno. El tercer tentáculo, aunque en este caso sea más bien una tenaza, el CIS. El cuarto, para que las consultas no difieran de lo que el Gobierno pueda tener planeado, el intento de control, también, del Consejo de Estado. El quinto, cómo no, el ámbito internacional, para que los tentáculos lleguen también fuera de nuestras fronteras con embajadores que deban obediencia eterna. El sexto, el poder legislativo convertido en el propio cortijo con un Congreso de los Diputados que ha funcionado cuando convenía y cuando no, ha estado cerrado. El séptimo, uno de los más recientes, y uno de los tentáculos más característicos de quien no quiere dejar ningún hueco sin ocupar, el control de la información. Y no solo eso, sino también el control de la emisión de la información, colocando en la agencia responsable de ser la difusora de noticias a alguien que ha trabajado en la sala de máquinas propagandística de La Moncloa. Y el octavo tentáculo, uno de los últimos de los que falta por desplegar: el Consejo General del Poder Judicial.

Ocho tentáculos y, puede, seguramente, que haya alguno más, oculto en la profundidad. Tentáculos como los de un «kraken» legendario que se mueve bajo la superficie, en oscuras aguas, acechando a la próxima presa que poder atacar. En este caso, la próxima institución que poder ocupar. Se ha hablado muchas veces del «Frankenstein» que forma la coalición de Gobierno, por aquello de su composición de intereses heterogéneos, pero casi igual de relevante es el funcionamiento «kraken» de una coalición que extiende sus tentáculos para no soltar el poder, cueste lo que cueste.

Un cefalópodo cuya cabeza visible no se sabe, a veces, si está en España, en Waterloo o en Ginebra. Sin embargo, a la larga, que se anden con cuidado este «kraken» y sus tentáculos, porque si hay un lugar que sabe qué hacer con todo ser vivo que se parezca o actúe como un pulpo, «kraken» o similiar, no hay duda alguna, que es España y, sobre todo, Galicia.

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