Opinión
No tengáis miedo
En un mundo de malas noticias, parece que hemos encontrado una que, por lo menos, nos ha traído a muchos algo de Esperanza

Escribir una columna de opinión semanalmente nos obliga a asomarnos al «balcón de la actualidad» antes de elegir tema. Y últimamente lo que se ve es un caos de noticias entre las cuales es difícil elegir qué es lo trascendente.
En esta última semana, en ... cambio, lo tenemos algo más fácil. De todas las noticias: política, fútbol, apagones, caos ferroviario o elección de un nuevo papa, ésta última es, sin duda, la que más trascendencia tiene y tendrá. Y es que, frente a lo demás, representa a algo que lleva más de 2000 años existiendo.
Salió al balcón de una Plaza de San Pedro en la que no cabía ni un alfiler, Roberto -por aquello de su origen hispano- Prevost, es decir, León XIV. Un papa que, por el momento, en general, ha despertado buenas sensaciones en un amplio número de personas integrando de manera condensada, según lo que se comenta, algunas virtudes de los tres papas que ha visto nuestro s.XXI.
En lo personal, además del nexo con España, que sea agustino, que su formación combine la ciencia y las humanidades, así como que le guste jugar al tenis, son tres cosas que me conectan con él. Cada uno encontrará las suyas. Sin embargo, más allá de lo puntual, hubo una frase que lleva resonando en mi cabeza toda la semana. Puede que muchos también se hayan fijado en ella: «No tengáis miedo». De ella, además de recordarnos a papas anteriores, salen tres reflexiones muy pegadas a la actualidad que intentaré condensar brevemente:
1.Un mensaje para todos, pero especialmente, para mi generación, a la que lo «relativo», a veces, nos ha ocultado una verdad incómoda. El mal no es un invento. Convivimos en mayor o menor medida con él y, a pesar de su apariencia, a veces atractiva, suele generar consecuencias negativas. Siendo conscientes de eso, hay que ser valientes, porque intentar hacer las cosas bien y con justicia, aunque parezca difícil, es el mejor antídoto contra él.
2.Que perder el miedo es no ocultar que, como muchos jóvenes pensamos, el camino de la fe católica a la que el Papa representa, bien entendido, es exactamente eso: que el bien guíe nuestro mundo. Con respeto, sin imponer, pero sabiendo distinguir, sin apartar del camino a nadie - de ahí la referencia a ese «amor» que llega a todos-, pero sin complejos y entendiendo el fondo de lo importante.
3.La última, y consecuencia de lo anterior. Algo que hacía tiempo que no ocurría. La expectación que el cónclave ha despertado, quizá sea fruto de que ha sido capaz de proyectar, sin miedo, algo que el mundo sigue necesitando y que parecía haber enterrado: lo trascendente para parar un poco, y salir de la rapidez que nos ahoga. Un ejemplo de que lo que va más allá de modas y lo que busca la belleza son caminos para ello. La Semana Santa en ciertos lugares de España, encarna esta idea con frecuencia. De ahí, quizá, su capacidad de movilización social y también, sobre todo, juvenil.
En un mundo de malas noticias, parece que hemos encontrado una que, por lo menos, nos ha traído a muchos algo de Esperanza. Qué casualidad que sea en este año y que, a diferencia de otras cosas que se las lleva el viento, nos haya llegado de algo aparentemente permanente.