OPINIÓN
Coser heridas
En el último tiempo, a nivel nacional, siguen apareciendo brechas que, si no curamos, se harán cada vez más grandes y se infectarán
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Iniciar sesiónEl alcalde de Cádiz, no hace mucho, expresó que nuestra ciudad tenía heridas abiertas que él y su equipo estaban intentando coser. Heridas que eran, en muchos casos, partes de la ciudad abandonadas o en estado de ruina que muchos gaditanos tenemos en mente. Heridas ... como otras que ya se cerraron gracias a operaciones como el soterramiento o el Segundo Puente.
Esa metáfora; la de curar y coser aquello que duele y que hay que evitar que se enquiste, es aplicable a muchas facetas de la vida: hay heridas que quedan abiertas en relaciones personales o familiares, heridas que dejan cicatrices del pasado, así como otras cuyo dolor nos impide avanzar hacia el futuro.
En el último tiempo, a nivel nacional, siguen apareciendo brechas que, si no curamos, se harán cada vez más grandes y se infectarán. Además, hay quienes aprovechan el dolor, la complejidad de la precisión médica, así como la lenta curación, para meter el dedo en la llaga y abrirlas más aún. No porque quieran verlas para poder creer que existen, estudiarlas y curarlas, sino porque saben que el dolor genera rabia, y la rabia irracionalidad. Hay quienes, incluso, las provocan directamente.
El reto de las pensiones, la pérdida de poder adquisitivo de los jóvenes, la vivienda, el encaje de la inmigración, la falta de oportunidades en la España Rural o el reto del agua, entre otras, son algunos ejemplos. Y, puede sonar repetitivo, porque ya lo hemos dicho en columnas anteriores, pero como cuando cosemos esas grandes heridas, no vale con solo una puntada. Hay que pasar varias veces la aguja para cerrarlas bien.
Y puede que, los pequeños pinchazos de esa aguja, a veces, nos provoquen el mismo dolor que el de presionar directamente la herida. Puede que, estéticamente, al principio, esos puntos de sutura resulten extraños. Pero, las brechas más profundas y dolorosas necesitan de excelencia y de paciencia para sanarse. Brechas que no todos saben curar y que no se arreglan separando ni desgarrando sus tejidos, sino uniéndolos y, como mucho, quitando con cuidado alguna parte irreparable, para que no afecte a lo que está sano.
Por eso, el futuro de España pasa por coser heridas que están abiertas, por no abrir otras nuevas, pero evitando las escabechinas. Necesitamos buenos cirujanos y huir, sin duda, de los matasanos.
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