OPINIÓN

Taifas

Diecisiete trocitos de España, todos esmerándose y gastando sus energías vitales en su destrucción

El presidente del Parlament catalán, Roger Torrent. L.V.
Fernando Sicre

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España no puede ser un país de taifas. Pero España es un país de imbéciles y desmemoriados. Cuando el Califato es formalmente abolido en 1031 se suceden en el trono de Córdoba nueve califas, en medio de un caos total que se refleja en la ... independencia paulatina de las taifas que se erigen en el sur peninsular. Cuando el último califa Hisham III es depuesto y proclamada en Córdoba la república, todas las coras (provincias) de al-Ándalus que aún no se habían independizado se autoproclaman independientes, regidas por clanes árabes y bereberes. El Título VIII de la Constitución nos ha llevado a ello. Su indefinición y su situación contingente nos lleva a la posición de comienzo del primer milenio. Por poner un ejemplo, se necesitan 17 licencias para cazar en España, una por comunidad autónoma. El problema se agudiza en otros ámbitos mucho más importantes y demuestra que el proceso de descentralización del Estado no tiene límite. Los bilduetarras acaban de poner precio a su abstención para investir a Sánchez: la transferencia de 36 nuevas competencias al País Vasco y 25 a Navarra. Entre ellas y a ambos, la Seguridad Social y prisiones. No sólo esto, sino que exigen el aumento de la pensión mínima a 1080 euros. De momento Bildu tiene un sitio en el Parlamento navarro y ello a costa del Partido Socialista Navarro, consecuencia del pacto suscrito por este con Geroa Bai, o sea, con el PNV de Sabino Arana. Éste sí que es la extrema derecha xenófoba y supremacista. VOX se queda literalmente en bragas al lado de semejantes energúmenos.

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