OPINIÓN

Nuevos dirigentes, enemigo eterno

Las cifras del paro se atenuaron en 2018 dentro de una gravedad insufrible

Es histórica la relación de la provincia de Cádiz con el desempleo. Desde hace casi medio siglo está entre las tres provincias con mayor porcentaje de desempleados. Sin treguas y sin explicación. De forma constante, crónica. Ha llegado un momento en el que cuesta ver ... la botella medio llena y olvidar que la otra mitad del envase está vacío. Las estadísticas siempre ofrecen oportunidades para que cualquiera pueda agarrarse a la pesadumbre o al optimismo, a voluntad. Siempre hay un porcentaje para el que quiere ver un progreso y varios para los que buscan confirmación a su pesimismo.

La Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre del año tiene la ventaja de que permite analizar un año natural completo. Después de tanto tiempo ocupando Cádiz el triste honor de ser uno de los epicentros del paro de Europa y de España parece muy poco consuelo subir algunos escalones. Es cierto que recorta su tasa de desempleo. Por poco, pero está por debajo del 30%, una situación que no se daba desde 2008 . Estamos en un 27,3% que con ser un alivio respecto a cifras recientes –aún más infladas– supone doblar la media nacional (que ya baja del 15%) y de Andalucía, que se acerca por fin al 20%.

El año pasado terminó con 16.100 parados menos de los que tenía en el inicio pero la cifra total aún es demasiado preocupante como para festejar nada: 152.200 desempleados.

Lo peor de estas cifras, irónicamente, es una frase: todo sigue igual. La provincia no abandona el vagón de cola . Sigue con el título, parece que en propiedad, de ser la provincia con más paro de España. Las pocas veces que deja de serlo se convierte en la segunda peor. La tercera, en el mejor de los casos. El sector servicios sigue aguantando el peso de la economía gaditana, lo que la hace aún muy débil y vulnerable.

Ahora es responsabilidad de los agentes sociales y en especial de las administraciones públicas –renovadas en cuanto a dirección política durante los últimos meses tanto a escala autonómica como estatal– marcar la ruta hacia una real y creíble modernización del tejido productivo, de forma que se sea más competitivo en aquello que se hace bien y que, al tiempo, aprovechen los nuevos nichos de actividad y de empleo. Los gaditanos tienen antecedentes para desconfiar de todo tipo de planes e iniciativas de empleo, tienen derecho a exigir acción y políticas específicas pero, sobre todo, prácticas y urgentes.

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