Putin no es Rusia

Más de 5.000 ciudadanos rusos han sido arrestados por salir a las calles para manifestarse, y millones se han quedado en casa por miedo a las represalias y a las palizas en los sombríos calabozos rusos

Y tras una pandemia, ahora le tengo que explicar a mi hija esto de la guerra. Menuda papeleta, cuando lo más duro que tuve que digerir en mi infancia fue la muerte de Chanquete. De aquellos barros, estos lodos. Hay heridas que si no cauterizan, ... no paran de sangrar. El conflicto de Ucrania no es de ahora, comenzó hace ocho años, cuando el presidente del país, Viktor Yanukovih, decidió no firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Esto provocó que miles de ucranianos europeístas salieran a las calles de Kiev, y a las regiones occidentales del país para pedir que siguiera adelante con el acuerdo. Finalmente, el Parlamento decidió la destitución del presidente, pero las protestas habían reflejado la fragmentación entre el Este y el Oeste del país.

Con una Ucrania dividida, el conflicto creció en Crimea, Donetsk y Lugansk. En 2014 se firmó el Acuerdo en Minsk en el que Kiev se comprometía a parar las acciones ofensivas contra las dos provincias rebeldes. El acuerdo no se cumplió. Crimea fue el lugar del primer gran conflicto en el Este de Ucrania. De hecho, las protestas en esta península acabaron con la anexión de Crimea a Rusia en marzo de 2014. La guerra estalló entre las dos provincias rebeldes y Ucrania. Tras casi un año de hostilidades, se firmó un segundo pacto, en el que Kiev otorgaba plena autonomía a Donetsk y Lugansk, pero también lo incumplió. Las provincias pasaron de lleno a la confrontación armada con el sostén de Rusia, que con la reciente invasión ha dado un giro de tuerca de gravísimas consecuencias con miles de civiles muertos y cientos de miles que huyen del horror de la guerra.

Los gobiernos occidentales han condenado enérgicamente esta invasión, aunque paradójicamente varios de estos países son los que más intervenciones militares han desarrollado en las últimas décadas, a la par que favorecen una carrera armamentística que genera jugosos beneficios de la industria bélica. Y todo, mientras dos terceras partes de la humanidad se ahogan en la pobreza. Putin ha logrado despertar a una indolente Europa, de perfil en muchas crisis, que contraataca con unidad, articulando severas medidas económicas y ayudas militares de países siempre al margen, cosa que ni siquiera Putin esperaba. Esta vez, el gas no va a pesar más que los derechos humanos. De traca lo del Patriarca de Moscú, que no solo no ha condenado la invasión, sino que ve en Putin un enviado para defender la patria de las fuerzas del mal. Lo que le faltaba a Vladimir, un relato místico para dotarle de una perspectiva mesiánica. El mundo ha gritado alto y claro que quiere la Paz. Que no haya dudas: Putin no es Rusia. Más de 5.000 ciudadanos rusos han sido arrestados por salir a las calles para manifestarse, y millones se han quedado en casa por miedo a las represalias y a las palizas en los sombríos calabozos rusos. Otros muchos, viven en la absoluta desinformación promovida por un régimen con todos los medios de comunicación al servicio del relato oficial. Rusia lleva 22 años sufriendo a un tirano, frío y calculador, un exagente del KGB que quiere pasar a la historia como el gran padre de algo que ya no existe, salvo en su ensoñación: la vieja URSS, cuya desaparición calificó como una tragedia. Mientras alimenta el sueño de devolver a Rusia una página de grandeza imperial, espera ser conocido como el restaurador del imperio, como protector y garante de la prosperidad y estabilidad de todo el espacio postsoviético.

En estos días se habla de echarlos de Eurovisión, de la Champions, del boicot al Vodka, y hay memes con la ensaladilla rusa. En Cádiz, y permítanme la guasa carnavalera para rebajar intensidad, hasta Lola Cazalilla va a prohibir las chirigotas rusas en el Falla, porque con ‘Los que se vinieron de Leningrado’, del gran Yuyu, se partió la pana. Sea como sea, que no brote el odio hacia Rusia y a sus gentes, que demasiado castigo tienen con el cacique que los rige. Esto solo acabará desde dentro. Y algún día llegará, porque Rusia merece democracia y los rusos libertad.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios