Opinión

Cádiz, ¿cuna de la libertad?

No persigan más lectores y oyentes a costa de los carnavaleros, ni hagan política en nuestro nombre, no busquen el aplauso fácil y protagonismo usándonos

Algunos de los mismos que protestan por la subida de quince euros en el salario mínimo interprofesional porque arruinaría al empresario, varios de esos mismos que se niegan al cumplimiento de la ley de memoria democrática porque en la guerra hubo muertos de ambos bandos, ... otros de aquellos que miran para otro lado cuando aparecen millones supuestamente defraudados por el rey emérito, muchos de los mismos a los que les molesta la LGTBIQ porque son degenerados que defienden la diversidad de identidades de género, los mismos que culpabilizan a menores no acompañados y migrantes de la inseguridad y delincuencia en las calles, muchos de esos que abogan por lapidar la ley contra la violencia de género porque de cada cien mujeres muertas o maltratadas hay un hombre afectado, algunos de los que maldicen el matrimonio homosexual porque es antinatura, ciertos de esos mismos que claman a su dios por la ley del aborto tachándolo de asesinato, otros tantos de aquellos que derogarían la ley de eutanasia aunque existan personas que sufran enfermedades o patologías incurables con padecimiento crónico o imposibilitante, muchos de los mismos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor o bastantes de los mismos que escriben en sus coplas que Cádiz es cuna de la libertad… Esos son los mismos que ahora atacan al pobre carnavalero, que sumergido en una encrucijada no sabe ni por donde salir.

La mayoría que salimos o hacemos carnaval estamos por afición. Quitando algún profesional, el resto solo creamos, cantamos o intervenimos en nuestra fiesta para disfrutar con nuestras familias, amigos y aficionados.

Se nos está tachando de sumisos, pelotas, palmeros, catetos, cobardes… adjetivos puestos por periodistas, concejales, cofrades, aficionados, hosteleros e incluso por algún que otro laureado carnavalero.

Deberíamos de sustituir esa frase de «Cádiz, cuna de la libertad» por la de «Cádiz, cuna de la inquina». Es penosa la cruzada hacia los indefensos carnavaleros. Nuestros antagonistas son unos medios fieles a su editorial, políticos guardaespaldas de sus poltronas, empresarios, cofrades y ciudadanos atrapados en el pasado y algún carnavalero que no quiere dejar de hacer caja.

La ideología personal deberíamos de reflejarla en nuestros actos diarios, no en artículos y opiniones y mucho menos en letras de tangos y pasodobles, de boquilla. No persigan más lectores y oyentes a costa de los carnavaleros, ni hagan política en nuestro nombre, no busquen el aplauso fácil y protagonismo usándonos. Respetar a los demás en sus ideas, aunque sean contrarias a los nuestras es el verdadero signo de aquellos que defienden la tolerancia, la igualdad, la justicia y por supuesto la libertad. Dejen a la gente que actúe como considere mejor. Cada casa es un mundo, como cada agrupación.

El que desee ir al concurso en abril que lo haga; el que no, pues igual; el que quiera salir a la calle en junio que salga y el que no, pues que no salga. El que quiera salir a la calle en febrero que lo haga, si las circunstancias sanitarias lo permiten claro, y el que no le apetezca, que se quede en casa.

Basta de insultos y de tanta inquina personal, opinar no es lo mismo que ofender o imponer nuestro criterio. Respeten al carnavalero y dejen que cada uno decida su camino, sin imposiciones, pero sobre todo dejemos a las personas que sean y se sientan libres en una ciudad que presume de ser el origen de ese derecho tan humano y básico, la libertad.

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