Opinión

Dos mundos: leído y tele-visto

Hace años que abandonamos un mundo construido a base de cosas leídas

Hace años que abandonamos un mundo construido a base de cosas leídas. Hoy, el mundo que cada uno construye, lo hace sobre las cosas vistas. Entre medio, las cosas oídas. Estas tres situaciones descritas, para construir nuestra razón de vivir la propia existencia, se circunscriben con tres medios de comunicación: prensa, radio y televisión. La evolución supone siempre un menor esfuerzo. La prensa exigía el doble esfuerzo de leer y reflexionar y sólo así poder construir nuestro mundo. La crítica era posible porque había un ejercicio intelectual, que permitía discriminar racionalmente las situaciones. Las ondas radioeléctricas, facilitaron las cosas, haciendo innecesario aparentemente el ejercicio de la lectura. Escuchando la noticia y siendo desmenuzada por los comunicadores radiofónicos, sólo era preciso un pequeño esfuerzo mental para la posición personal, por cada uno de nosotros ante el hecho producido y narrado. La reflexión se relaja y la línea editorial del medio escuchado, mediatizado ideológicamente, presenta la noticia con respuesta incluida. La capacidad de raciocinio, unido todavía a la capacidad de lectura, como línea de contraste en cada información, permite aún llegar a conocer el problema e interpretarlo personalmente, producto de la razón-apreciación personal de cada uno. Hoy, impera la televisión. Tele-ver nos ha cambiado. La televisión nos hace ver. Hasta entonces el hombre veía su propio mundo, el que lo circundaba. Hoy, el hombre ve todo lo que acontece en el mundo. Y, además, los medios de comunicación, no sólo lo hacen ver y oír, sino que impregnan su propio credo en la línea editorial, por lo que vemos y escuchamos no es neutral, sino que siempre va impregnado de su correspondiente carga ideológica. Va teledirigido. De ahí, la controversia suscitada a colación con los debates televisivos. Porque tele-ver, hace cambiar a los televidentes, a los que no solo predispone, sino que ven y escuchan más allá de lo que se puede ver y oír de manera tangible. La TV posibilita el movimiento de lo inmóvil, incluso es capaz de dar vida a lo que es inerte. En resumen, el homo sapiens ha pasado a ser homo videns. El hombre ha pasado de saber a ver. La mente ya no disecciona los conceptos para su comprensión. El cerebro se conforma a base de imágenes, que no exigen necesariamente la comprensión del conjunto de conceptos que configuran cada una de ellas. La información suministrada por la TV consiste en dar la noticia y predisponerla en función de los intereses de los creadores de la corriente editorial, propietaria del medio de comunicación. De ahí, que mientras la realidad se complica, las mentes se simplifican para asimilar la noticia, como información predispuesta. La consecuencia de ello, es que la democracia está en peligro. Hubo antaño la intención de crear un “hombre nuevo”, producto del dogma marxista. Pero no lo consiguió, porque en 1990 colapsaron los regímenes comunistas, producto de sus contradicciones. Pero, la TV sí que está a punto de crear el hombre televidente, fabricado a base de video-poder, con una mente unidimensional formado por cosas vistas. La imaginación y la crítica intelectual personal, han pasado a un segundo plano, de ahí el incómodo lugar en el que queda la democracia.

En este mundo televisado, la transmisión de mensajes propuestos por la izquierda, son fáciles de hacerlos llegar. Y eso que, en 1990, el colapso socialista-comunista fue un hecho. Sin embargo, ha seguido siendo la izquierda, quien sigue definiendo lo que es políticamente correcto, encumbrando la igualdad. Lo hace sin duda en detrimento de la libertad. Curiosamente, la izquierda reclama la ética y rechaza lo que viene impuesto. Según su creencia, el de izquierda hace el bien a otros, cree en el altruismo. El de derecha atiende a su propio egoísmo. Sin embargo, es un hecho, que el egoísmo personal, puede servir al interés colectivo, en los términos dispuestos por Adam Smith en la Riqueza de las Naciones. O sea, todo es relativo y todo depende desde el lugar en el que las cosas quieran ser vistas. Por eso, el altruismo puede zozobrar y convertirse en daño generalizado. Pero, una vez más, la TV favorece estos planteamientos situados a la siniestra. Los mensajes exaltando la igualdad son los que venden, porque son los impuestos como políticamente correcto. Por eso, la TV se ha hecho definitivamente enemiga de la democracia razonante.

Sólo las sociedades libres, exigen un equilibrio entre derechos y deberes. Los derechos materiales que la izquierda pretende y que arrastra a todo el espectro político, lo son sin contraprestación, sin obligación, por el mero hecho de la existencia del ciudadano. Estos derechos materiales, a diferencia de los derechos formales, propios de los Estados liberales, cuestan dinero, que alguien debe pagar. Mientras los Derechos formales son incondicionales y absolutos, entre otras cosas porque no suponen un coste tangible, los derechos materiales tienen que estar relacionados con las posibilidades sociales para hacerse cargo de ellos. Sin embargo, se predica hoy sobre los derechos materiales, también como derechos absolutos. Éstos derechos, así concebidos y debidos a títulos absolutos, nunca son suficientes para los diferentes perceptores. A largo plazo, la venta política de los mensajes, abocan inevitablemente en el déficit y en consecuencia en la deuda pública. Una vez más Ortega y Gasset, clarividente como siempre lo anticipó: “el tipo humano como un niño mimado malagradecido que todo lo espera gratis, que ni siquiera se siente solidario con la asunción de las condiciones que aseguran dichos beneficios, que las sociedades actuales pretenden”.

Mañana hay debate televisivo. Los políticos venderán que el gratis total no solo es posible, sino que es conveniente. Solo así el hombre es alienado. Sí el Estado asume que todo es debido, que los derechos materiales son infinitos, la democracia pierde la consistencia de la racionalidad económica, necesaria en cualquier supuesto de elección pública.

1,9 metros de Presidente en funciones, representa mucha superficie corporal y presumiblemente poca intelectual. Lo digo por su condición de “cum fraude”, no por su altura. Mañana la TV hasta lo convertirá en fuselaje de todo un Falcon.

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