OPINIÓN

Más allá de la conmemoración: el 28F

Secretario general del Psoe de Cádiz y pPortavoz socialista en el Ayuntamiento de Cádiz

Fran González

Un día de reivindicación, de lucha, de orgullo, de autoexigencia, de defensa de nuestro legado, de proyección hacia el futuro. Así es como siento el 28 de febrero. Más allá de la conmemoración, está ese espíritu de solidaridad e igualdad entre los pueblos que los andaluces representamos, y que hoy sigue tan vigente como cuando, hace 38 años, votamos nuestra autonomía.

Mientras contemplamos con dolor y tristeza cómo muchos se afanan en construir muros y barreras escudándose en las banderas, la verdiblanca ondea como símbolo de libertad y de tolerancia.

Andalucía es universalista. Tierra de integración, con amplitud de miras y con capacidad de enriquecerse, de alimentarse, de crecer, aprovechando las influencias que le llegan, haciéndose fuerte en ellas. Es ese crisol de civilizaciones y de culturas lo que define a esta región, y el que nos hace a los andaluces cosmopolitas, abiertos, integradores y sabedores de que el futuro no pasa por el aislamiento, sino por el intercambio y la interconexión.

El 28F es un canto a todos esos valores que nos definen, pero también a la lucha que libramos como pueblo en defensa de nuestra igualdad. Una lucha con la que logramos que España no tuviera territorios de primera y segunda categoría, sino que todas las regiones disfrutásemos de los mismos derechos y creásemos oportunidades para construir nuestro camino.

La desigualdad entre los pueblos era un lastre demasiado pesado, una injusticia con la que no estábamos dispuestos a convivir, y así lo demostramos aquel 4 de diciembre, cuando una Andalucía sin oficialidad, en la teoría, pero indiscutible, en la práctica, salió a la calle a defender su autonomía.

Fue el día en el que decidimos y cambiamos el curso de nuestro futuro, en el que marcamos la historia de España y que, desgraciadamente, le costó la vida al joven Manuel José García Caparrós, asesinado por defender nuestra autonomía, la que poco después pudimos votar y a la que dijimos sí, dignificando su muerte, haciendo eterno su legado.

Aquella lucha sigue muy vigente hoy. Cada día tenemos que abrirnos caminos y conquistar horizontes. A pesar del gran orgullo que sentimos por nuestra tierra, por la herencia que hemos recibido de quienes nos antecedieron, nos descubrimos todavía, en demasiadas ocasiones, superando esa Andalucía en blanco y negro en la que algunos nos han querido encasillar, desbancando los tópicos y los intentos de ridiculizarnos. Porque, por mucho que se empeñen o que les duela, lejos de esa caricatura deforme, nos encontramos con la Andalucía de verdad, la que nos estremece y la que sentimos en los más profundo de nuestro ser.

Nuestra tierra es su infinito patrimonio material e inmaterial, es la primera Constitución Española de 1812, la Pepa de Cádiz; es la mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada; es el flamenco; son sus campos fértiles y sus playas; es Vicente Aleixandre y María Zambrano, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Elena Mendoza, Federico García Lorca y Mariana Pineda; es sus artistas, escritores, científicos, emprendedores, que han llevado su genialidad y el nombre de Andalucía por todo el mundo; es quienes la defendemos, quienes la amamos, quienes trabajamos cada día para hacerla más grande. Andalucía es todo eso, es más. Es trabajo, ingenio, esfuerzo, compromiso.

Y desde ahí, desde toda esa grandeza, sabemos que no hay espacio para la autocomplacencia. Si miramos al futuro, los retos son enormes. Que el 28F sirva para mirar de frente esos desafíos y apasionarnos con ellos. Andalucía debe seguir avanzando para estar a la vanguardia en investigación, en tecnología, en el comercio, en los servicios, en la agricultura, en la industria, en la generación de conocimiento, en la innovación. Tenemos materia prima de sobra para ello y somos muchos los que, tanto desde dentro como desde fuera, apostamos por nuestra tierra. Es cuestión de generar ilusión, de ofrecer confianza, de mostrar el potencial enorme de esta tierra, el hecho incontestable de que somos imparables.

Como gaditano, disfruto cada día de mi rincón de Andalucía. De esa Cádiz trimilenaria y cuna de la libertad. Del arte, el talento y las ganas con los que tratamos de impregnar las iniciativas que emprendemos. De la provincia, sus pueblos blancos, su campiña, su sierra, su mar. De su gastronomía, de su patrimonio, y de esa naturaleza infinita que siempre te deja rincones por descubrir.

Eso es Cádiz, pero también lo son los problemas que hemos acumulado durante décadas, de falta de empleo, de una industria menguante, de sangría de población por la falta de oportunidades, de la necesidad constante de reinventarnos para sobrevivir que, en muchas ocasiones, puede hacer que caigamos en el desaliento. Por eso, que en este 28F reivindiquemos también que de esas flaquezas es desde donde siempre conseguimos sacar fuerzas y seguir adelante. Como grandes luchadores acostumbrados a los vientos y a las mareas.

Guardo en la memoria y en el corazón las conversaciones con tantos y tantos gaditanos que rebosan ideas, talento e ilusión. No se me olvidan sus ojos, trasmitiendo ganas de comerse el mundo, sus expresiones de amor a su tierra, a la que quieren hacer grande y llenar de oportunidades. Igualmente, forman parte de mi día a día esas personas que vienen desde fuera de Andalucía y que caen rendidos. No es para menos. Ellos también quieren poner su granito de arena, se sienten parte de ella.

Estoy convencido de que, de la misma forma, están presentes en Sevilla, en Huelva, en Málaga, en Granada, en Córdoba, en Jaén, en Almería. Su fuerza es la que quiero reivindicar este 28 de febrero, porque es nuestra gran fortaleza, nuestra oportunidad más preciada para construir futuro y para abrir caminos.

Son la clave de la prosperidad que, inevitablemente, también pasa por la convivencia. Comparto totalmente aquella máxima que asegura que caminando solo se llega más rápido, pero caminando acompañado se va más lejos. Construir Andalucía es también construir España, porque nuestra autonomía es la herramienta más poderosa que tenemos para desarrollarnos libres, pero siendo parte activa de un todo, desde nuestra propia identidad.

Hoy conmemoramos el día en el que tomamos conciencia de nosotros mismos, tras décadas de ausencia de libertad y de sometimiento. Hoy gritamos, una vez más, nuestro compromiso y nuestra lucha. Nos reivindicamos como un pueblo libre y solidario. Defendemos nuestra autonomía, pero sintiéndonos orgullosos de formar parte de nuestro país, por el que trabajamos y al que engrandecemos con el esfuerzo diario. Hacemos valer nuestra identidad y la grandeza de nuestra tierra, pero como impulso para seguir avanzando, muy conscientes de los caminos que nos quedan por recorrer y de las bases sobre los que queremos cimentarlos.

Hace 38 años, conseguimos que España no fuera asimétrica. Desde mucho antes y hasta ahora, reivindicamos igualdad para todos. Frente a las identidades insolidarias, el pueblo andaluz es justo e integrador. Hombres de luz que a los hombres, alma de hombres les dimos, como cantamos con orgullo en nuestro himno, que Blas Infante coronó con esa consigna final, tan de actualidad hoy y siempre: levantaos, pedid tierra y libertad. Por Andalucía libre, por España y por la Humanidad.

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