José María Esteban

Una violencia incontenida

Sería necesario obligar a que todos estemos vacunados, incluso los países de menor capacidad económica o más débiles en la obtención de las vacunas, para evitar daños globales

José María Esteban

Disponemos de un privilegio que nos separa de otros animales. Es el concepto de seres racionales, que al parecer nos hace mejores, mucho más desarrollados y respetuosos unos con otros. El género humano sigue sorprendiéndonos por su capacidad dañina. Afloran de vez en cuando cortocircuitos ... en nuestras mentes, tan racionales ellas, que se convierten desesperada y sangrientamente en irreversibles pérdidas sin sentido y carne de noticia. No se sabe si son patologías ocultas o si se deben a protagonismos sobrevalorados en un mundo de media y tecnología. Objetivamente son eso: puro ataque salvaje a los demás.

Lo que sí sabemos es que después de esta época de confinamientos y controles horarios, es como si hubiera venido de rebote una ola muy perniciosa. No solo en la violencia de género que ya está bastante estudiada pero muy poco atendida y aumentada con una virulencia insoportable.

Me refiero también a los graves acontecimientos de vándalos pandilleros, que, con el poder e impersonalidad de una manada, aunque siempre bien liderada como las de otros animales, se convierten en lobos esteparios buscando presas.

Todo indica que sigue pesando en nuestro ADN ese musculo debilitado del cerebro estomacal origen del evolucionado hacia arriba. Sigue teniendo múltiples fallos intermitentes y desafinan en su avance social, demostrando una ancestral animalidad demasiado funesta. Los restos pictóricos de los neandertales en Ardales, recientemente fechados por nuestro buen amigo Pepe Ramos en unos 65.000 años de antigüedad, nos hacen reflexionar sobre este tema.

Son las pinturas de homínidos más antiguas, al menos de España. Tuvimos ocasión de disfrutarlas, hace unos meses de la mano de su afable guarda Gerardo. Hacen pensar que nuestra línea inteligente y socialmente mas avanzada, que deviene de los cromañones, no hace menos inteligentes a aquellos cavernícolas que poblaron estos lares. Estos descubrimientos cronológicos hacen que se reelaboren y evalúen las líneas de inteligencia desde hace tantos años, con otras continuidades.

Los sucesos con las insufribles cifras de víctimas de género, el lamentable asesinato de Samuel, los acosos de manadas, forman parte de nuevas, alevosas, cobardes, violentas y anónimas bandas. Aunque hoy lo graban en sus propias carnes, dada su supina estolidez, buscando un protagonismo que al fin los delata. Pertenecen a un mundo mucho más antiguo que los cordiales y respetuosos antecesores citados. Aquellos respetaban la vida de su incompatible estirpe, si no era solo por defender territorio o comida, pero nunca matar por matar. Las actuales manadas o psicópatas reunidos, siguen en una era mucho más primitiva de lo que cabe.

Algo está sucediendo en estos tiempos, aumentado por esta pandemia, que produce en esas mentes enfermizas mayor alteración en los comportamientos. Quizás debieran preverse de forma mucho más contundente, analizando situaciones previas.

Deberíamos dedicar mayores recursos para controlar y reconducir estos seres afectados de malicia, que se detectan desde pequeños, por su poderosa capacidad de deterioro para nuestra Humanidad.

Prever ese detrimento con racionalidad, que para eso la tenemos, es el reto, marcándolos como peligrosos, aunque no sea constitucional. Paralelamente, sería necesario obligar a que todos estemos vacunados, incluso los países de menor capacidad económica o más débiles en la obtención de las vacunas , para evitar daños globales.

Mucho tiene que ver la desigualdad y la injusticia. Seguimos siendo seres con alta capacidad de sorpresa negativa. Simplemente, debemos procurar atajar los daños irreversibles que se pueden prever y controlar debidamente. Cuidaros que seguimos chorrando olas.

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