OPINIÓN

Gutiérrez y los dos bandos

Durante los meses de julio y agosto, a modo de divertimento, retomo la vieja costumbre en prensa de emplear la columna de opinión como solaz literario

Andrés G. Latorre

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Durante los meses de julio y agosto, a modo de divertimento, retomo la vieja costumbre en prensa de emplear la columna de opinión como solaz literario. Cualquier parecido de los hechos con la realidad es pura coincidencia.

Gutiérrez encendió un cigarro mientras esperaba la llegada ... del comisario. Empezó a toser violentamente, con uno de esos accesos que parecen abrir las puertas de la muerte. Recordó el inspector que la chaqueta que llevaba se la había prestado Vidal, que el tabaco no era suyo y que él hacía 15 años que no fumaba. Los nervios le habían traicionado. Habían quedado en la calle para hacer más cercana la charla. Gutiérrez se hubiera sentido más cómodo si el comisario Santana hubiera llevado las dos coronas con el bastón en sus galones, y no esa camisa que le estaba demasiado grande. Se dieron la mano y se dirigieron a un bar cercano, al abrigo de oídos indiscretos. El comisario le pidió dos veces que le tutease. Al tercer desacato, imitó el usteo.

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