Francisco Apaolaza

Pensé que no os volvería a ver

Sabíamos que en el último año, podríamos vivir deprisa y dejar un bonito cadáver de otro

Francisco Apaolaza

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Ha hecho un año desde que en Madrid nació mi hijo menor Javier, un bebé entre cien mil ataúdes. Al día siguiente, los viejos salieron por primera vez a la calle y a vivir lo que les quedara, el brazo sobre el brazo, la ropa ... mejor, el miedo contenido y «un corazón para cada dos», que cantó Jacques Brel en ‘Les vieux’. Javier comenzaba el gran paseo de la vida en la habitación de la clínica que daba a la entrada de una residencia de ancianos. Vivir era cruzar una calle en tarde de calor.

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