OPINIÓN

Crisis y proceso constituyente

El ministro Campo ha reconocido que España atraviesa «una crisis constituyente», no solo sanitaria y económica

El ministro Campo ha reconocido que España atraviesa «una crisis constituyente», no solo sanitaria y económica. Y ha dicho la verdad. El problema es que él es culpable en su cuota parte del desaguisado. También dijo que «junto a la crisis constituyente tenemos un debate ... constituyente, y tenemos que hacer entre todos que esto sea así. No podemos dejar a nadie fuera». Burda mentira. El “moños” lo ha delatado. Refiriéndose a la derecha y en sede parlamentaria manifestó sin pudor, refiriéndose a la derecha que, «nunca volveréis a gobernar». Pero, sobre todo la propuesta de Pedro y Pablo, Cum fraude y el marques “frapeado”, de poner fin a la independencia judicial. Han conseguido la polarización absoluta. Han llevado al debate político la confrontación izquierda-derecha, con la intención de ocultar el verdadero debate que, entra de lleno en la crisis constituyente del Estado, enfrentando en la realidad dos conceptos: democracia liberal y populismo. Este en forma de peronismo. Perón comenzó su camino político dando un golpe al poder judicial. Puso jueces serviles en el Tribunal Supremo, lo que le permitió encarcelar al jefe de la oposición ¿No les recuerda nada a las maniobras para hacerse con el Poder judicial? El pluralismo político base de la democracia liberal está en peligro. La monarquía parlamentaria base y fundamento de nuestro Estado liberal está en sumo peligro. El punto de inflexión de todo este desaguisado es obra del inefable ZP y su Memoria Histórica. Falsear la historia y reescribirla según motivos de oportunidad política es el fin. El medio para ello, la falta de escrúpulos de todos los que coadyuvan en la reedición de la historia al servicio de una causa.

El socialismo que gobernó una parte importante de la Transición y que tomó el relevo de la UCD, se fundamentaba en la moderación ideológica y en un firme compromiso con la idea de Estado y nación, puestos en pie con la Constitución. Caído González por la corrupción y después del vanidoso Aznar, boda de su hija incluida, aparece un iluminado y peligroso «bambi», como lo llamaba Guerra. Artífice de la Memoria histórica, desenterrador del guerra civilismo, fórmula perfecta para excluir de las instituciones a la mitad de los españoles. Quedó plasmado en primer lugar en el Pacto del Tinell, suscrito en 2003 por el Partido de los Socialistas de Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya e Izquierda Unida de Cataluña. Ahora nos gobierna quien puede que termine haciendo bueno a ZP, Falconeti. Un Presidente sin escrúpulos, mentiroso, sin catadura moral y nula formación intelectual…pero eso sí, Presidente del gobierno. Lo es a pesar del intento de pucherazo, con una urna en forma de caja de cartón. Su obsesión por y con el poder, sus maniobras de toda índole para conservarlo, ha puesto en entredicho la integridad territorial, la vertebración institucional del Estado y ha tirado por los suelos la salud democrática. Y esto con una finalidad, destrozar el concepto de soberanía nacional ¿Qué es si no, la pretensión de “las Españas”? ¿Qué es una Estado plurinacional? ¿Una República de Repúblicas? ¿Un PSOE que cogobierna con comunistas admiradores de Lenin y Stalin? ¿Socialistas aupados por golpistas catalanes, herederos de la ETA?... ¿Creen que con todo este bagaje el Estado liberal sobrevivirá? Sin duda que no. De ahí la frase del Ministro sobre la crisis constituyente.

En la Teoría política, un proceso constituyente es el proceso fundacional de un Estado democrático que, crea una nueva Constitución según la voluntad y las necesidades de los ciudadanos. Eso está muy bien siempre que se haga de la Ley a la Ley. El Gobierno y sus adláteres saben que la reforma constitucional en la dimensión pretendida es imposible, porque la mitad de la población no lo admite. Y las mayorías necesarias, exigirían su concurso. El imperio de la Ley es un principio de primer orden, respetado con intensa devoción en los Estado liberales y democráticos. Significa que la Ley debe imperar, que debe proporcionar el marco de convivencia de todos y que nadie, incluido los políticos, deben traspasarlo transgrediéndolos. La Ley es la garantía del ciudadano en defensa de su libertad ¿Entienden ahora por qué pretenden hacer desaparecer la independencia judicial? Esta es regulada en la Constitución. La supremacía de la Ley es nítida en la CE. Este gobierno retuerce la Ley. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. La Ley es la expresión de la soberanía. La Ley nos incumbe a todos, porque todos somos creadores y todos nos vemos compelidos por ella.

Ocurre una cosa, la coalición social comunista que nos desgobierna, sabe que no hay base social para enmendar la Constitución. De tal forma que «de esta Ley no podemos ir a otra Ley». ¿Qué hacer? También esta frase intitula un libro de Lenin. Planteaba cuestiones relacionadas con los objetivos, organización y estrategias de todo partido revolucionario que pretende conseguir su fin, que no es otro que la revolución insurreccional. Para que ello sea realidad, exige el control del Estado y sólo de esa forma acabar con el “enemigo”. O sea, con la mitad de los españoles. Los que nunca votarían una reforma constitucional, que finiquitara el Estado liberal, régimen de libertades y de prosperidad indubitado. Asaltar todo el poder del Estado, para terminar con él y construir otro Estado. Sí, ese que por sus componentes y coadyuvantes necesarios se autocalifica de nacional-socialista comunista.

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