Caballas en el limbo

Las repatriaciones de los menores marroquís en Ceuta se han llevado a cabo, hasta que han sido paralizadas por un auto del juzgado de lo contencioso administrativo

Las leyes están para ser acatadas y los procedimientos para cumplirlos. El Gobierno no hace ni lo uno, ni lo otro. Uno porque «no sabe», «cum fraude» y otro por qué olvidó su razón de ser profesional, la de Juez que, se presume se convierte ... en esencia de cada uno cuando se es, incluso cuando ya no lo es. Una juez le ha dicho al juez, que no. Que no se ha cumplido la ley, ni se han seguido los procedimientos. Las repatriaciones de los menores marroquís en Ceuta se han llevado a cabo, hasta que han sido paralizadas por un auto del juzgado de lo contencioso administrativo. La Ciudad autónoma de Ceuta había remitido a la Delegación del Gobierno una solicitud para que se procediese a la repatriación. A la Ciudad autónoma corresponde velar por el bienestar de los menores, es la competente en la gestión de los servicios de protección de menores. Pero, corresponde al Gobierno del Estado, resolver sobre las repatriaciones, a través de las Delegaciones del Gobierno.

«Caballa» es el gentilicio coloquial que reciben los habitantes de esta ciudad. Los serenos de antaño utilizaban la voz «Ave María Purísima, y caballa, por la Virgen de África». La zona marítima es rica en ese producto y en las postrimerías del siglo XIX, era base del sustento alimenticio. Los menores no quieren caballas, ni serlo tampoco. Muchos quieren irse a la Península y otros emprender la aventura europea. Y miren lo buena que están las caballas de cualquier forma y hechura en la plaza del Tío de la Tiza. Nos contradecimos permanentemente y así nos va. Nos gustan las caballas y las digerimos bien, pero los aspirantes a ello, aunque sea temporalmente parece que les produce graves problemas intestinales.

La sensatez no es lo nuestro como pueblo. El sur de Europa criticada por la septentrional, no solo tiene problemas económicos, sino que, siendo línea divisoria entre dos mundos, el norte y el sur, actúa o al menos lo pretende como gendarme fronterizo. El problema es particularmente complejo y vaya por delante el dolor que casi todo lo atinente a la inmigración produce en cualquier persona sensata. No vayan a pensar que ese «dolor» es patrimonio de ONGs y de la izquierda del «gran corazón», tal y como se autodefinen. Lo ocurrido en Ceuta, cuando no en Melilla, debería hacernos reflexionar sobre el control de las fronteras, porque cuando un extranjero toca territorio español, la cosa ya tienen otro cariz. Lo acontecido viene a demostrar indubitadamente que la guardia civil de fronteras ni cuenta con medios suficientes, ni dispone de protocolos adecuados a las especiales circunstancias. La inmigración como otros tantos problemas que nos acechan, es un asunto político de Estado y como tal debe encauzarse y resolverse. Corresponde al PP y PSOE darles soluciones racionales, eficientes y eficaces. Proponer la construcción de una valla y su gestión para hacerla impermeable, es prioritario y parece que el Estado hace como el avestruz. Por eso pienso que lo mejor es que lo subcontratemos a Israel, que de problemas fronterizos saben por demás. Quizás, también habría que hacer gala de vez en cuando de actitudes de firmeza, como cuando Adolfo Suarez advirtió medio en serio, medio en broma al Rey Hassan en una cacería en España, en compañía de «su hermano» S.M. Don Juan Carlos que, ante cualquier veleidad con Ceuta y Melilla, sufriría el bombardeo de Casablanca y Rabat. Posiblemente, al padre del sátrapa actual en la corona alauí, se le atragantaron los faisanes cazados entonces.

El ministerio del Interior ha basado la nota de repatriación en un acuerdo de efectos no normativos de 2007, obviando su propio contenido, consistente en el respeto al contenido de la Ley de Extranjería y su Reglamento de desarrollo. Ha pretendido «este pequeñajo Marlaska» hacer ver que se trataba de un Tratado internacional, cuando no lo era. Ya que los válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones solo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales de derecho internacional. Al tener un mecanismo propio de derogación, una Ley española posterior sin más no lo derogaría, saltándose su propio mecanismo derogatorio. Pero es que estamos ante un mero acuerdo no normativo. ¿Adónde vas Marlaska?

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