Antonio Papell

Construir la nación

Este país empieza a flaquear precisamente porque mantiene abierto uno de los aspectos clave de su propia entidad: el sistema de organización territorial

El vicepresidente del Govern en funciones de presidente, Pere Aragonès, durante su intervención ante el pleno del Parlament, este miércoles. EFE

Antonio Papell

El artículo 2 de la Constitución española señala como es sabido que la ley fundamental "se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española", si bien "reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la ... solidaridad entre todas ellas". Se han vertido ríos de tinta para señalar la aparente ambigüedad de los términos 'nación' y 'nacionalidad', reservando aquél al conjunto del Estado y este a las entidades subestatales con características nacionales, es decir, con un sentimiento diferenciado de identidad. El debate sobre la virtualidad de estas distinciones sigue abierto y probablemente no cese hasta que se refuercen y aclaren los conceptos utilizados, pero es muy difícil de negar la evidencia de que la descripción de los constituyentes dibuja algo muy semejante a un Estado federal, en el que la "Nación" es indivisible y depositaria de la soberanía , y los entes que la componen, tengan o no características diferenciales, gozan de autonomía. En este lenguaje. Alemania sería la 'nación" y Baviera la "nacionalidad".

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