De Tacitas y su crecepelo

Conservar los rizos es en ocasiones muy parecido a mantener el empleo y, ante la falta de ambos, no faltará quien venga a prometérnoslos

Andrés G. Latorre

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Ahora que los cuarenta van llamando a la puerta, como una quinta de Beethoven llena de canas y dolores de espalda, sigo conservando dos de las cosas que ya tenía por un tesoro cuando eran los 30 los que, aún jacarandosos y con camisetas de ... vistosos colores, se asomaban en el horizonte como un Espinete mal escondido. Se trata del trabajo y del pelo. No quisiera ser yo ventajista y presumir de dos pertenencias que, en rigor, me han sido dadas una por el hecho providencial de estar en el lugar preciso antes de la crisis inadecuada y la otra por mera lotería genética. No negaré el trabajo que cuesta conservar ambos y lograr que los dos luzcan, pero no creo que sea éste el foro para hablar de periodismo y peluquería, ambos tan sujetos al infierno de la moda y la tijera.

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