Cádiz, paraíso de la derrota

A mí, tan acostumbrado a perder que es en el piso donde mejor descanso, me parece estupendo que se festejen estas ocasiones no tan altas como Lepanto , donde todos somos unos Cervantes que acabamos dando de mano. La derrota del Trocadero tiene su gracia, no crean. Similares franceses a los que paramos diez años atrás para defender a Fernando VII entraron a petición del mismo Borbón (que, la casualidad, es tatarabuelo de nuestro jefe de Estado, pero eso es un melón que no voy a abrir). La quinta columna asentada en Cádiz era el propio poder, siempre tan temeroso de perder sus dietas, sus escabeles y sus bufones. El trienio liberal se fue al traste tras triturar las bayonetas las razones de los constitucionalistas. Porque aquí, en Mariupol o en Marrakech , la pluma que más convence es la que lleva un soldado en la cabeza (sea en forma de gorro, sombrero o casco).

Tan habituados estamos a las mieles del fracaso que en estas semanas vemos cómo los que de la cosa pública viven esperan el designio del siempre sonriente Juanma Moreno sobre las elecciones para ir pignorando excusas. No les descubro nada si les digo que ya hay quien está poniendo su nombre en la lista electoral como quien apunta el calabacín en la lista de la compra, sabiendo que su destino está más cerca de la basura que de la mesa. No pasa algo muy diferente en las elecciones municipales. Aquí, ante una foto finish con un resultado por todos temido, los jugadores han optado por no salir ni siquiera en el VAR . La meliflua presentación de la plataforma ciudadana ‘ Ahora Cádiz ’, que ni siquiera dio el paso adelante de anunciar que concurriría a los comicios de dentro de un año, confirma la tristeza de una ciudad en la que todos salen a no ganar, a conformarse con la Velada de los Ángeles y a esperar que las penas se las lleve el mar. Así que bravo por los que ponen la ‘morterá’ y las gafas. Cádiz debe celebrar, como se merece, cada una de las derrotas. Más que nada para que, así, unos súbditos tan vencidos como nosotros nos vayamos de fiesta con más frecuencia.