Más hechos, menos palabrería

Y los hechos hablan por sí solos en lo que al consistorio de la capital gaditana se refiere. El asunto de la limpieza, largamente denunciado por la totalidad de los medios de comunicación, asociaciones de vecinos y por supuesto muchísimos particulares –bien dirigiéndose directamente a la delegación correspondiente, bien a través de las redes sociales– es sin duda uno de los más graves problemas de la ciudad. Nunca estuvo tan sucia y nunca se prorrogó durante años y años un contrato de limpieza que a todas luces está obsoleto y es insuficiente. Los gaditanos pagan las consecuencias. Y no sólo ellos, también los miles y miles de turistas que nos visitan a lo largo de todo el año y especialmente en los meses de verano. A excepción de tres calles céntricas, que el propio alcalde se encarga de mostrar en sus redes, el resto de la ciudad empieza a sufrir un problema de salubridad, con orines que nadie limpia ya que no se baldea y cuando se hace no se utilizan los productos químicos adecuados.

El mantenimiento urbano es otro desastre, con aceras, farolas, parterres... rotos sin que nadie los arregle. Y sin duda el transporte público está dando ya serios problemas a los usuarios, con autobuses con más de 25 años de servicio en no pocos casos. Cádiz es la única capital de Andalucía que no ha renovado ni uno solo de estos vehículos en los últimos siete años, los que lleva Podemos en San Juan de Dios. Sólo hay que darse una vuelta por cualquier otra ciudad, y por bastantes municipios de la propia provincia de Cádiz, para descubrir que ya circulan autobuses híbridos, con servicios funcionales y modernos.

Esa es la gestión de una ciudad. Ofrecer comodidad a sus vecinos. Facilitarles la vida. Pero cuando se dedica la práctica totalidad del tiempo a utilizar el ayuntamiento como altavoz de una ideología, sea la que sea, lo único que se obtiene es ruido, en lugar de hechos.