Una lucha que tiene que estar bien armada

Justo ayer en la Comisaría de Cádiz se exhibía un verdadero arsenal de armas que la Policía ha intervenido al último detenido sospechoso de traficar con hachís. Numerosas armas de varios tipos y, entre ellas, varios potentes fusiles de los que se utilizan en las guerras. Un AK47 por ejemplo. Una herramienta de matar. Pero además revólveres, pistolas, escopetas... y muchísima munición. Es lo que guardaba este individuo en una casa prefabricada de Chipiona y que se ha encontrado después de que esta misma persona intentara embestir con un todoterreno a los policías que le perseguían. Y no es la primera vez que ocurre. Los traficantes utilizan estos métodos para protegerse ellos mismos de otros narcos pero también para usarlas contra todo aquel que se les pueda poner enmedio.

También recientemente en Chiclana la Guardia Civil resolvía un crimen relacionado con esta misma lacra. Un hombre, con vínculos con la mafia holandesa, era ajusticiado de un tiro en la cabeza. Y todo esto pasa aquí. En la provincia de Cádiz. Y cerca. En la Bahía y en la Costa Noroeste. No solo en el Estrecho de Gibraltar.

Por ello se sigue insistiendo que la actividad del narcotráfico se ha extendido a todo el territorio gaditano, que la presión ejercida con un plan especial del Gobierno en La Línea, Algeciras, San Roque... ha motivado que algunos de estos traficantes hayan decidido trasladar su zona de alijos y, por tanto, de delinquir a otros puntos como puede ser la desembocadura del Guadalquivir o los esteros. Esa es la realidad porque así lo demuestran todas estas operaciones e investigaciones. Por tanto sería estrictamente fundamental que ese plan también se ampliara para atajar de forma eficaz y verdadera un problema que se enquista y que además pone en riesgo a los que intentan frenarlo, a los que cumplen órdenes de quienes también deben protegerlos.