OPINIÓN

Dónde está el dinero (I)

Hoy resulta una auténtica quimera ser atendido por el médico de cabecera en la semana en la que a uno le surja esa horrible necesidad

Nací y me crié junto al ambulatorio de la extinta Avenida de Lebón, en Cádiz. Por desgracia, desde muy pequeño experimenté un trato muy familiar con aquella dependencia. Mi Mami, pobrecita, era una visitante asidua. Ora para pedir recetas, ora para la sala de curas, ... ora para que la viera el «señor doctor don» que tuviera como médico de cabecera. Y recuerdo de forma prístina cómo me pedía que, después de desayunar y antes de irme al colegio, bajara a coger un número para la consulta del día.

Dentro de la desgracia, las familias obreras de aquellos años setenta y primeros ochenta teníamos la fortuna de que, en cualquier ambulatorio de barrio, te atendían en el mismo día (aún me río de aquel intercambio de números con algún vecino. La Colona me ordenaba que pidiera dos números -que me daban- y así ella podría favorecer a alguien que se hubiera rezagado. Así era la gente pobre y buena de antes.)

También gozábamos del inmenso lujo de ser atendidos por un profesional de calidad contrastada (recuerdo la autoridad que suscitaban en mi casa los apellidos Venero, Senabre... entre otros) que atendía al paciente, le auscultaba, le miraba... ¡mientras daba órdenes a una enfermera para que extendiera recetas y volantes! Y de la triste fortuna de poder ingresar en el hospital al mes siguiente de ordenarlo el «don doctor».

Hoy resulta una auténtica quimera ser atendido por el médico de cabecera en la semana en la que a uno le surja esa horrible necesidad. Cuando lo logras, te encuentras frente a un funcionario hastiado, sin auxiliares, sin empatía, que examina tu historial sin oírte, que transcribe todo lo que le interesa dejar reflejado, mientras anhelas que te mire o te palpe la zona afectada y que se encoge de hombros cuando le dice a una persona de 77 años, con la cadera hecha cisco, que no podrán darle cita hasta pasados dos años.

No les culpo. Son, también, víctimas del EXPOLIO.

Continuará...

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