Opinión

Esto es Cádiz

«A decir verdad, pongo ya en duda que este cascajo oxidado haya brillado alguna vez, por más que nos lo cuenten quienes aún tienen memoria de algún esplendor»

José Colón

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No es cuestión de ideología, de presupuesto o de capacitación. Lo de esta ciudad se ha convertido en pátina y no hay quien la rasque. A decir verdad, pongo ya en duda que este cascajo oxidado haya brillado alguna vez, por más que nos lo cuenten quienes aún tienen memoria de algún esplendor. Como cada año, independientemente de mis circunstancias laborales o de mi estado de ánimo, acudí a ver la cabalgata de Reyes Magos de mi ciudad siguiendo una bonita tradición de las que son cómplices mis ya mayores hijos. Estos, de 17 (bis) y 13 años, a pesar de la enorme atracción que suponen los novios y las pandillas, son piadosos hasta el extremo de soportar a su padre todo el día 5 de enero, «les toque» o no estar conmigo (Gracias a Dios, este año sí «les tocaba»).

El rito comienza dando un paseo hacia el Ayuntamiento sobre la una del mediodía, para saludar a Sus Majestades como es debido. Solo tres veces, en los 18 felices cincodeeneros que llevo cumplidos junto a ellos, me han impedido hacerlo así. La primera fue una magistrada de Jerez de la Frontera, que tuvo la gracia y el salero de poner un juicio a la una y media de la tarde de tan señalada fecha y llegué a San Juan de Dios a lo justo para no perderme la primera foto de mis primogénitas con su postrera y sempiternamente adorado Rey Melchor. La segunda fue por mor del virus chino que nunca debió salir de allí (de China, no del Ayuntamiento). Y la tercera ha sido este año, por motivos que desconozco. Estoy seguro que desde la Alcaldía se habrán dado las explicaciones oportunas y todas ellas serán razonables, pero yo aún ignoro por qué (y quién lo ha decidido) ni siquiera fueron los Reyes al balcón municipal a saludar a los niños de Cádiz antes de comenzar la cabalgata, como siempre.

El segundo acto del día no puede ser más prosaico: comer juntos en algún bar del centro. Esto se ha ido complicando sobremanera con el paso del tiempo, tanto como conseguir mesa en el bar del barrio durante un mes de agosto sin impostar las eses y jotas. Pero lo del pasado jueves fue de traca. Restaurante «peculiar» en plena Calle Plocia (al que solo se va si se hace con niños). Vacío (solo una mesa ocupada en el interior, por una familia grande). Pedimos mesa para cuatro y nos dicen que solo podemos sentarnos en la terraza. Perplejos, le preguntamos por la enorme cantidad de mesas vacías dentro. ¿Respuesta? No se la creerán (o sí, ¡Esto es Cádiz!): «es que las mesas son de tres». Ante semejante emulación de René Descartes, no tuve más remedio que darme media vuelta y desearles mucha suerte para lo que viene. Carecía de nivel para rebatir.

El penúltimo -y gran acto central- es ir a ver la cabalgata. Y esto ya fue demoledor. Mis hijas están a punto de cumplir la mayoría de edad y para ellas, desgraciadamente, «Cabalgata de Reyes en Cádiz» es sinónimo de «mamarracho». No les cuento ya para el de 13, que mira con asombro hasta qué punto se pueden perder los papeles por una pelota de plástico. Este año ya me han reprochado, de forma adulta, que jamás les haya llevado a ver la de Sevilla, la de Madrid o la de Barcelona, que tan poco trabajo me costaría («¡aunque fuera la de Jerez!», me han llegado a decir). Y yo trato de convencerlas de que hay que apostar por la cuna. Pero es imposible conquistar si ni siquiera se siente autoconfianza en el discurso.

Y en medio de todo este despropósito, resulta que el comentario generalizado en derredor es «¡qué rápida ha pasado!». Y ya aquí mi extraterrerismo no alcanza límite. ¿De verdad querían que este esperpento durara más? Yo… no debo ser de Cádi.

La pena es que mis hijos tampoco. Y, como ellos, tantos y tan jóvenes. Luego se cuestionan por las razones de la desbandada. No es por la cabalgata, es por la absoluta y generalizada ausencia de afán que aquí se respira. Pero, al fin y al cabo, ¡qué más da! Ya estamos en Carnaval.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación