Opinión

Autodeterminación

Podrán pensar ustedes que el riesgo de ruptura, entonces, sería menor.Pero me temo que no será así

José Colón

Me asombra la inocencia que aún muestra gran parte de la derecha sociológica española. A pesar de las muestras de amoralidad que el cesarito ha ido exhibiendo en su mandato desde el primer día, todavía hay quien duda sobre la formación del próximo gobierno y la celebración de eventuales nuevas elecciones.

Particularmente, pienso que todo está ya hecho. El personaje es capaz de vender a su madre con tal de no perder la corona de laurel con la que acude a la cita en la sauna con el rey Mojamé. Y, si le piden que la pobre señora esté en cuerpo presente, se prestaría raudo y veloz a amortajarla antes de su venta.

Por eso no solo no albergo duda alguna sobre la reedición del gobierno con golpistas, separatistas y filoterroristas, sino que poseo la certeza absoluta de que se va a llevar a cabo un referéndum de autodeterminación en el noreste.

Piénsenlo bien. El figura no da puntadas sin hilo y, a día de hoy, coge con la lencería bajada a toda la oposición. Con la incuestionable victoria de su marca en el terruño las pasadas elecciones, el revolcón que han sufrido los rufianes y la futilidad de los centro-moderaditos, el presidente tiene asegurada la victoria en el referéndum, sea cual sea la postura que defienda su partido, que seguramente será la de mantener mimada a la niña tonta en todos y cada uno de los caprichos que se le consienta.

Con ello, se asegura el pase vip en el aeropuerto no solo esta legislatura, sino las sucesivas. Sustituyendo el antiguo granero andaluz por la nueva cosecha de cava, el partido emblemático de la honradez centenaria tiene carrete para rato mientras haya cualquier harapo ideológico con el que revestirse. Y ya han demostrado con ciernes la capacidad de encontrar basura útil en el contenedor de desecho político patrio.

Podrán pensar ustedes que el riesgo de ruptura, entonces, sería menor. Pero me temo que no será así. En primer lugar, sería un precedente que abriría el melón para futuras consultas, que se reproducirían cuando los herederos genéticos de Alain Delon ya hayan exprimido, aún más, la teta rojigualda. Y, en segundo lugar, abriría tal brecha desigualitaria entre esa región y el resto de España que provocaría que esta, hastiada, fuera la que se afanara en levantar el muro en el Ebro y no al revés.

Aunque, ¡quién sabe!, esa podría ser una de las soluciones a los males endémicos de este país de nuestras entretelas. Sin lastre ni chantajes, tardaríamos veinte años en acomodarnos el cinturón. Nada que deba asustar a un país que logró sobreponerse a una guerra devastadora y convertirse en la décima potencia industrial del mundo, levantando fábricas y creando riqueza en territorios mimados a base de mano de obra andaluza, extremeña y castellana.

Un país que remaría en una sola dirección sin plañideras, sanguijuelas ni graneros electorales que sueñen con dinamitarlo.

No me digan que la tentación de votar «sí» en un referéndum nacional no es tentadora…

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