OPINIÓN

Usted no sabe quién soy yo

Hay actitudes y acciones que deben tener consecuencias, se sea de Podemos, del PP o de cualquier otro partido o asociación

Javier Fornell

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Siempre pensé que tener un cargo es portar una carga y que conllevaba una parte de servicio a los demás. Esa ha sido siempre mi forma de pensar y actuar cuando la vida me ha llevado a tener alguna responsabilidad de representación en instituciones. Sin embargo, cada vez más, constato que esto no se da en todo el mundo; algo que vemos en la prensa casi a diario. El consabido «usted no sabe quién soy yo» de toda la vida.

Estos días el tema ha vuelto al candelero después de que un cargo del Ministerio de Igualdad intentase, supuestamente, agredir a un Policía Nacional en un aeropuerto al grito de «mañana vas a perder el uniforme» o «actuáis así conmigo porque soy de Podemos». Pero esto no es algo de un solo partido; ni ocurre en la lejanía. De hecho, esta actitud chulesca y prepotente suele ser común en muchos de quienes ostentan algo de poder.

De hecho, yo mismo he sido testigo, y parte de algo similar en Arcos, y esta misma semana. La ciudad está en guerra por unas obras que van a terminar con los aparcamientos en la plaza del cabildo. Obras que conllevan, como toda obra, molestias en los vecinos; entre ellas que se produzcan cortes de calles para que los camiones puedan bajar. Y ha sido con uno de estos cortes dónde viví uno de los hechos más lamentables que he sufrido en los últimos tiempos.

Mientras el trabajador de la contrata advertía de que no se podía subir, un coche ha pasado por su espalda tratando de saltarse el corte; el joven da un toque con la palma abierta en el capó del vehículo para avisarle. El resultado: el conductor sale del coche lanzando improperios e insultos, con el puño cerrado y tratando de agredir al chico. El tono es tal que en un momento dado debo meterme entre ellos, para evitar males mayores. Por supuesto, sabiendo que se va a producir denuncia, doy mis datos. Pero la sorpresa llegaría después: el supuesto agresor resulta ser el presidente de la asociación de vecinos del Casco Antiguo y continua con sus amenazas, ya frente a la policía local, con el objetivo de romper por el eslabón más débil y, quizá, provocando el despido del chico. Su ego roto al no ver cumplidas sus ínfulas.

Parece ser que lo que hay detrás de todo ello es una guerra política debido a la desaparición del aparcamiento de la plaza del Cabildo. Algo que, desde un punto de vista patrimonial, creo que hace tiempo debería haberse hecho ya que se estaba dañando la maravillosa fachada de Santa María. Pero lo que no es de recibo es que el representante de todo el centro histórico trate de golpear a una persona que solo hace su trabajo.

Hay actitudes y acciones que deben tener consecuencias, se sea de Podemos, del PP o de cualquier otro partido o asociación. La política (y las asociaciones de vecinos son una forma de hacerla) debe ser un servicio al ciudadano, no una forma pisotearlo. Por eso, es fundamental volver al origen, recuperar la política es servicio y recordar que un cargo es una carga, para acabar con el «usted no sabe quién soy yo».

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