Opinión

Parlamentar

Ver a un Tamames nonagenario dando un discurso academicista en el parlamento con los congresistas a otra cosa para no caer dormidos ha sido dantesco

Javier Fornell

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Hemos vivido una situación esperpéntica en nuestro Parlamento. La moción de censura promovida por Vox ha convertido en Congreso en una caricatura de la política actual y ha servido para ver las grandes fallas que tiene el sistema. Un sistema que es muy mejorable desde la misma ley electoral basada en el método D'Hondt. Ya saben, ese que hace que el voto de un catalán valga mucho más que el de un andaluz y que partidos con un 0.08 % del voto (Teruel Existe) tengan un Diputado nacional.

Pero un sistema que es el que tenemos y que nos muestra estos días su peor cara. Ver a un Tamames nonagenario dando un discurso academicista en el parlamento con los congresistas a otra cosa para no caer dormidos ha sido dantesco. Peor ha sido la replica de nuestro presidente Pedro Sánchez quién ha aprovechado para lanzar el primer mitin electoral ignorando (en esto tenía razón el bueno de Tamames) la alocución del candidato de Vox.

El Psoe plantó la moción como un ataque a un PP que ha anunciado su abstención a bombo y platillo, mientras Feijoo se iba a la embajada de Suecia en un guiño muy gallego. Lógica su acción: el PP no es el protagonista de este esperpento y él no tenía voz en la Cámara. Y eso que la moción era un intento de la extrema-derecha de arrinconar al PP, consiguiendo un efecto contrario: le ha empujado al centro moderado, ese en el que el populares han logrado sus mayores éxitos.

Mientras, Pedro Sánchez lanzaba su propia estrategia: darle voz a Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo, candidata de Sumar en las próximas elecciones, se presentaba como nueva líder de la izquierda más radical (aceptando al PSOE como centro izquierda) en un ataque claro a Podemos y las cachorras de Pablo Iglesia, que ven como pierden el monopolio del discurso enfrentadas entre leyes Trans y síes que son síes.

Lo peor. Lo que realmente da rabia. Es que se han olvidado de las razones para ser diputados. Los cargos son cargas y sobre sus hombros cargan el Estado del Bienestar. La política debe hacerse para los ciudadanos, no para los intereses partidistas, y para eso es necesario ir a la acepción más básica del Parlamento: parlamentar. Dialogar los unos con los otros para alcanzar acuerdos que faciliten la vida a los ciudadanos.

Tamames es un recuerdo del pasado. Un pasado en el que ideologías tan contrarias como las de Carrillo y Fraga, como las de Pemán y Alberti o la Pasionaria se dieron la mano con una nueva hornada de políticos como los Suarez, Guerra, Felipe González para mirar al futuro sin olvidar el pasado. Un pasado de muerte, guerra y represión nunca debe olvidarse para no caer en él, pero para avanzar hay que poner las miras en el futuro. Eso hicieron ellos, mientras los de ahora se convierten en un remora para el Estado al mirar siempre a sus espaldas.

Una mirada que se reforzó el 23F cuando Tejero gritó aquello de «¡Se sienten, coño!». Ahora, parafraseando a aquel que amenazó nuestra democracia, habría que gritarles «¡Hablen, coño!» Hablen y lleguen a acuerdos, salgan a la calle y abandonen su pedestal de oro y descubran las realidades de los españoles. Hablen entre ustedes y oigan a los ciudadanos.

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