OPINIÓN

Frustración

Para ellos, republicanos, debe ser frustrante haber jurado una Constitución que es contraria a sus principios más básicos

Hace unos años, en mi época post-universitaria, tenía conversación con compañeros anarquistas en las que hablábamos de nuestros futuros profesionales. Hablamos también de política y del Estado, de la Monarquía y la República. Quizá por eso hoy recuerdo aquellas horas en el parque tratando ... de salvar el mundo. Lo hago por un sentimiento que entonces me hacía reírme y que hoy se me hace muy presente: la frustración.

Recuerdo como uno de aquellos compañeros, después de aprobar su oposición, me respondía a una pregunta no tan simple. Yo le decía que como se llevaba eso de ser contrario al sistema, pero convertirse en funcionario del Estado para el resto de sus días. «Con frustración» me decía él, como si aprobar unas oposiciones fuera algo sencillo y casi circunstancial y no una decisión vital propia y voluntaria.

Algo así deben haber pensado los diputados que no han acudido a la jura de la Princesa Leonor como heredera de la Corona española. Para ellos, republicanos, debe ser frustrante haber jurado una Constitución que es contraria a sus principios más básicos. Como debe serlo saber que la única forma de que la izquierda gobierne sea poniéndose en la mano de partidos que buscan crear nuevas fronteras y potenciar los nacionalismos mientras agarra del cuello a la izquierda universalista.

También debió ser frustrante para Pedro Sánchez ver los casi cuatro minutos de aplausos a la heredera, y la marea de apoyo ciudadanos que Leonor ha levantado en España y Europa. Además, la figura moderna pero sencilla de la princesa se ha convertido en la mejor campaña publicitaria a favor de la monarquía. El rey Felipe ha sabido limpiar una imagen empañada por terceros, alejando al rey emérito del país, junto al díscolo Froilán y con sus hermanas en un más que segundo plano. Y todo eso hace que la imagen de la Monarquía española mejore, y mucho.

Y eso frustra a una izquierda que sueña con una República de izquierda, sin saber que esta también puede ser derechas por más que se empeñen en apropiársela. Más en un país que, por más que les pese, ha votado inclinado a la derecha y que ya ve unas posibles nuevas elecciones en las que el voto útil puede convertirse en el gran cambio. Pero también el voto de la frustración; el de esos que han visto que sin importar que voten todo sigue igual, con una izquierda dividida y luchando por un sillón en vez de por mejorar la vida de los ciudadanos.

Eso también debe ser frustrante. Tanto que su frustración se ha terminado convirtiendo en rabia y rencor para acabar viviendo una campaña política continua, de desplantes, palabras grandilocuentes y patriarcados varios. Lo hemos visto en Cádiz estos días cuando la frustración de no conseguir un sillón municipal ha llevado a algunos a considerar 'patriarcal' el espectáculo del Carranza el pasado sábado. Tan frustrante que hasta el marido de la cantante ha tenido que salir a decir que fue un montaje 100 % femenino y organizado desde el cariño y la profesionalidad. Una frustración que ha llevado a la izquierda a tratar a todo el resto paternalistamente.

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