OPINIÓN

El fin del Estado de Bienestar

Nos encontramos en un círculo vicioso en el que cualquier mínimo cambio puede terminar de destrozar la economía familia

Javier Fornell

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La vida sigue subiendo y cada día lo vemos claramente al acercarnos a cualquier supermercado en busca de comida. Algo que se complica según va pasando el año, con un crecimiento de precios que no va de la mano de una subida de los sueldos. A eso hay que sumarle la subida de las hipotecas y de muchos alquileres y el resultado es un futuro desolador. Ese en el que las cartillas de racionamiento pueden comenzar a aparecer para alimentar a la población. Si es que aceptamos que las ayudas de los Bancos de Alimentos, las Cáritas y los Asuntos Sociales no lo son ya.

Hace justo tres años comenzábamos la pandemia Covid y los confinamientos y toques de queda. Creímos que saldríamos mejor y que nuestra sociedad se haría aun más fuerte y todo volvería a ser como antes; pero nada más cerca de la realidad. Pese a que la Unión Europea y el Estado Central dieron un soplo de aire a los trabajadores, el fin de los ERTEs y de la solidaridad para con los autónomos, ha dado paso a una realidad que nos ha golpeado de frente.

La crisis económica que afecta a las pequeñas empresas, con la guerra de Ucrania como excusa perfecta en el horizonte, se une a un ataque continúo a la base de flotación de nuestro bolsillo. Pedro Sánchez ha optado por ahogar a los autónomos. Se olvida que, entre PYMES y autónomos, eso supone fundir a negro casi 10 millones de empleos. La iniciativa privada no puede asumir el gasto del Estado. Por eso, también, va a tocar a los empleados públicos mediante un impuesto solidario para sufragar, supuestamente, las pensiones.

El resultado es que la economía española se tambalea mientras el bolsillo del ciudadano cada vez se hace más profundo. Y la situación más tensa. Nos encontramos en un círculo vicioso en el que cualquier mínimo cambio puede terminar de destrozar la economía familiar. Si los salarios no pueden subir, si la iniciativa privada no es capaz de asumir los costes, si las familias cada vez tienen menos recursos para sobrevivir, si los precios siguen subiendo… Unámosle alquileres cada vez más altos e hipotecas que, definitivamente, van a hipotecar las vidas de cientos de miles de españoles.

Todos conocemos a alguien que ha perdido o puede perder su casa en los próximos meses. Todos conocemos a familias que hacen encajes de bolillos para poder llenar sus frigoríficos. No hablamos ya de macroeconomía; hablamos de la cesta más cercana, la que nos da de comer a cada uno de nosotros. La que nos ofrece un techo y seguridad a futuro.

Una seguridad que con las medidas socialistas cada vez se antoja más incierta. Son muchas las familias que ya están viviendo de los abuelos. La subida de sus pensiones, es la paguita de los nietos, han dicho desde un gobierno que vive de espaldas a la sociedad. Si viera la realidad, sabría que las pensiones de los abuelos pagan los estudios, el pescado y el desayuno de los nietos.

Una vez más, el gobierno ha logrado tirar balones fueras. La ingeniería económica de este gobierno social-podemista pende de un hilo, tan fino, que puede llevar a la quiebra a todo el Estado de Bienestar.

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