OPINIÓN

De la alcaldesa maldita al hombre tranquilo

También debería ser el momento de recordar y reconocer el trabajo de una alcaldesa maldita injustamente tratada

Javier Fornell

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El hombre tranquilo ha vencido en unas elecciones en las que muy pocos apostaban claramente por él. Bruno García, que lleva años escalando peldaños en la carrera política y en el propio Ayuntamiento, ahora se alza como alcalde de Cádiz. Se preveía el cambio pues la sombra de Kichi se había vuelto un alargado peso para su delfín y así ha sido. Lo curioso es que la noche del domingo la cosa quedó entre tres: Bruno, David y Oscar. Tres hombres con un talante similar: gente que quiere a Cádiz, formados, educados y, sobre todo, buenas personas. Durante una gran parte de la tarde electoral la pregunta era cuál de ellos se sentaría en el sillón de Cayetano del Toro ya que el pacto PSOE-AI parecía claro.

El resto, como era de esperar, fueron meros espectadores cargados de propuestas peregrinas, que arrancaban unos pocos votos a una izquierda dividida, en la que Justicia Social (del ciudadano Lorenzo) lograba aglutinar más votos que la extinta Podemos. Y han sido estos, los que no han llegado al 5 % de votos y no han podido meter cabeza, en los que hemos visto las peores reacciones. En los tres grandes: elegancia y moderación. Algo que se ha visto a la mañana siguiente y que parece indicar una legislatura tranquila en el pleno pero movida en la calle. Cuatro años en los que Bruno García tendrá que demostrar que puede seguir mucho tiempo.

Por otro lado, Bruno ha repetido mil veces que será el alcalde de todos. Y conociéndolo, me lo creo. Es el modelo perfecto de buen hijo, el niño bueno y tímido que ahora se ve bajo los focos. Pero es un trabajador, que aprendió bajo el mando de la mejor alcaldesa que ha tenido la ciudad: Teófila Martínez. De hecho, esta victoria también es suya, la de una mujer que se desvivía por la ciudad aunque no fuera de aquí. Una trabajadora incansable que había conseguido cambiar la vetusta Cádiz a base de grandes obras que se convirtieron en revulsivo y mejora. Desde un soterramiento que acabó con guetos hasta un puente que es referente de ingeniería y un gran atractivo para la ciudad.

La llegada de Kichi a la alcaldía se consiguió al convertir a Teófila en el enemigo común, un adversario que le dio crédito los primeros años de gobierno. Y del que también supo sacar provecho mientras aprovechaba de la inercia del gobierno popular. Hasta que esta se paró y la ciudad paró con ella. Pese a todo, su recuerdo seguía siendo usado por los alcaldables para tratar de arrastrar el voto pero ocurrió lo inesperado: de pronto el gaditano se ha dado cuenta de las diferencias entre los últimos alcaldes y, aprovechando la desunión de la izquierda, ha dado un espaldarazo al niño bueno que aprendió junto a la alcaldesa maldita.

Cádiz es así, una ciudad de contrastes. Y en este mayo de 2023 parece haber recordado que nuestra mejor época fue durante el «Teofilato», por lo que ha dado el mando a su delfín. También debería ser el momento de recordar y reconocer el trabajo de una alcaldesa maldita injustamente tratada.

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