El PP y el colectivo LGTBI

Que a estas alturas alguien se sorprenda porque un alcalde del PP conmemore el Día del Orgullo sólo se explica por el empeño de algunos en mentir y dividir

Ignacio Moreno Bustamante

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El pasado viernes el nuevo alcalde de Cádiz celebró su primera Junta de Gobierno, que es esa reunión semanal en la que se despachan los temas del día a día de la ciudad. Desde los asuntos más gordos, como la licencia para construir un bloque de viviendas, a los banales, como darle a usted el permiso si quiere tirar un tabique o ha solicitado un vado para el garaje de su comunidad. Últimamente estas reuniones, y sus posteriores ruedas de prensa, habían perdido todo interés. Apenas se anunciaba nada relevante porque nada relevante se hacía. Y los periodistas celebrábamos cualquier nimiedad que nos diera un titular, aunque fuera por estrambótico, como cuando anunciaron que había que sacarse un carné para poder darle de comer a los gatos. En la del pasado viernes se anunciaron dos temas importantes de sopetón. El primero y principal, del plan de choque de limpieza, del que el nuevo alcalde venía hablando hace tiempo pero de forma algo ambigua. Nadie tenía muy claro qué significaba aquello de plan de choque. Ahora ya es algo tangible: más baldeo, más personal, más jornadas de trabajo. No era tan difícil, estaba todo recogido en el pliego aprobado al alimón por Kichi y el PSOE. Lo que no se entiende es por qué no se hizo antes. El otro asunto fue el decreto que obliga al Ayuntamiento a pagar los alquileres sociales antes del día 5 de cada mes, de manera que ningún beneficiario pueda ser desahuciado por impago ni ningún propietario sufra retrasos a la hora de cobrar. Enseguida saltaron a las redes sociales los anteriores gestores de la ciudad diciendo que eso ellos ya lo hacían, «salvo caso muy puntual». No dudo que así fuera. O sí. Pero la diferencia es que ahora el propio Ayuntamiento se obliga a hacerlo, precisamente para evitar esos «casos puntuales» que pueden acabar con una familia en la calle. Nueva prueba de que para tratar de ayudar desde las administraciones públicas a los que más lo necesitan no hace falta una pancarta ni encararse con la Policía, sino gestionar en silencio y sin megáfonos.

El caso es que no contentos con estos dos titulares, en la rueda de prensa del viernes se le preguntó al alcalde por los actos previstos para esta semana con motivo del Día del Orgullo LGTBI. Gran pregunta, porque dado el imaginario creado por la izquierda radical en los últimos años, demonizando a la derecha en según qué temas, igual alguno esperaba que Bruno García sacara los pies del tiesto. Sin embargo, muchos se sorprendieron al escucharle decir, con toda la naturalidad del mundo, que va a respetar el calendario de actividades que dejó preparado Kichi exactamente tal cual está. Y que además él va a ser el primero en estar allí para conmemorar la fecha. Que izará la bandera en la Plaza de Sevilla, en el balcón del Ayuntamiento y donde haga falta. Normalidad. Que es exactamente lo que ha faltado en esta ciudad durante demasiado tiempo. Alguno no entendía cómo un alcalde del PP podía decir eso, si se supone que son todos unos fachas, unos xenófobos, machistas y un montón de cosas más. Tantos años escuchando la misma milonga de boca de quienes sólo saben espolvorear rencor, sectarismo e ideología trasnochada, que se lo habían terminado por creer.

A estas alturas del siglo XXI afortunadamente en España no hay debate sobre este asunto. Este país es probablemente uno de los más respetuosos del mundo con el colectivo homosexual. ¿Que hay incidentes aislados? Por supuesto. ¿Que hay indeseables que por más que se repita jamás van a aprender? No le quepa la menor duda. ¿Que hay que seguir avanzando en estos asuntos, como en la igualdad de la mujer o el racismo? Evidente. Pero que hay que hacerlo todos unidos, también. El primer paso debe ser que nadie se sorprenda porque un político de la derecha moderada, como Bruno García o cualquier otro del PP, muestre su apoyo incondicional a estos colectivos. Pero para ello es básico que no haya otros partidos radicales que se empeñen en decir mentiras y en demonizar a todo aquel que, en otros muchos aspectos, afortunadamente, no piensan como ellos.

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