Y Náutica pa' cuándo

Ahora que parece que por fin, después de 20 años, Valcárcel será una realidad, es el momento de exigir que el edificio que debe completar el cinturón universitario sea rehabilitado también

Ignacio Moreno Bustamante

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Sábado 18 de junio de 2011. Hace ya más de doce años. Cómo pasa el tiempo. Aquel fue un día agradable, soleado, a puntito de estrenar el verano. El Movimiento 15–M estaba en plena efervescencia y lo que algunos dieron en llamar 'perroflautismo' estaba empoderado. La Puerta del Sol de Madrid era un hervidero de pancartas, tiendas de campaña y gente indignada por la crisis y la corrupción. En Cádiz hubo una pequeña réplica en la Plaza del Palillero, pero apenas reseñable. Un intento de movilización que no cuajó. Sin embargo, aquel sábado de playa y terracita, un grupo de unos diez jóvenes tomaron al asalto el edificio de Válcárcel, que estaba abandonado, y se metieron como 'okupas'. Por supuesto, con su pancarta correspondiente: 'Valcárcel recuperado por el pueblo', rezaba el eslogan. Lo que en un principio parecía una especie de gamberrada de unos cuantos fue cogiendo fuerza –la convulsión que se vivía en aquel momento en España ayudó bastante– y poco a poco se fueron uniendo más y más personas. Tantas, que se creó allí una especie de comunidad hippie a la gaditana en la que cada cual aportaba lo que podía. Unos llevaron mantas, otros colchones, comida y enseres de todo tipo, con el apoyo de no pocos ciudadanos y ante la perplejidad del resto. A lo tonto a lo tonto fueron pasando los días y los meses hasta que en enero del año siguiente la Policía los largó de allí por orden judicial. Empezaba el 2012 y no era cuestión de celebrar el Bicentenario con aquel emblemático edificio convertido en una comuna. Un inmueble que por aquel entonces ya llevaba ocho años cerrado, a la espera de que la empresa Zaragoza Urbana ejecutara el proyecto acordado con la Diputación –entonces propietaria de Valcárcel– para construir un hotel de lujo. Pero la crisis se llevó la idea y el presupuesto por delante, por lo que el antiguo colegio de La Viña siguió cerrado. Siguió y sigue a día de hoy, veinte años después de que abandonaran las aulas los últimos alumnos. Que se dice pronto. Y manda narices.

Sin embargo –toquemos madera–, parece que por fin se empieza a ver luz al final de este inmenso túnel. Hace sólo unos días la Universidad de Cádiz anunció que ya tiene acabado el proyecto para que Valcárcel acoja la Facultad de Ciencias de la Educación. Si todo va como tiene que ir –volvamos a tocar madera– es cuestión de días también que todas las partes implicadas se sienten, firmen los papeles que tengan que firmar y empiecen las obras. Llegar a este punto ha sido largo y tedioso. Un camino complicado en el que del inicial proyecto de hotel se llegó al actual de edificio universitario. Si de verdad esta es la definitiva, no cabe otra que felicitarnos. Todos los gaditanos. Y reconocer el aporte de aquellos que han formado parte de esta historia de una u otra forma. Desde los expresidentes de la Diputación José Loaiza e Irene García a los exdelegados de la Junta Jiménez Barrios, López Gil, Juan Luis Belizón y Ana Mestre. También a las actuales ocupantes de sendos cargos, Almudena Martínez y Mercedes Colombo, así como a las dos personas que estuvieron en San Juan de Dios durante ese tiempo, Teófila Martínez y José María González 'Kichi'; y al actual alcalde Bruno García. Estas han sido las caras más reconocibles de todo el trabajo realizado durante tantos años. Sin olvidar a los presidentes de la Junta, Susana Díaz y Juanma Moreno. Algunos aportaron más y otros menos, pero si es cierto que la dicha es buena, echemos pelillos a la mar y miremos hacia adelante. Y por supuesto, y de forma muy especial, es de justicia reconocer la labor de la comunidad universitaria, en este caso con el rector de la UCA Francisco Piniella y, sobre todo, su antecesor en el cargo, Eduardo González Mazo, a la cabeza. Y digo a la cabeza porque de la suya salió la idea de cambiar hotel por facultad. Una idea que un servidor, en su torpeza, al principio no supo ver. Me parecía que en aquel lugar privilegiado era mejor un cinco estrellas. Hoy, con el cinturón universitario casi completado, sin duda es mejor darle más vida a la zona con estudiantes que con turistas. Sea como fuere, ojalá estemos ante la definitiva y por fin Valcárcel sea recuperado de verdad para la ciudad.

Dicho todo esto. Siendo este paso muy importante, aún queda otro que lo es tanto o más, por ser el último. Aún queda por recuperar el edificio de Náutica para completar de verdad ese cinturón universitario que va desde el propio Valcárcel hasta la Iglesia del Carmen. No hace tanto tiempo era un sueño imposible. Y una triste pena hacer ese camino a pie, con Valcárcel, Náutica, El Olivillo y el Colegio Mayor cerrados y abandonados. Hoy, estos dos últimos también están rehabilitados desde la etapa del mencionado González Mazo. Y –tercer tocamiento de madera– en breve se debe unir Valcárcel. Sólo queda Náutica para disfrutar de ese cinturón universitario al completo. La pregunta es, y va directa a los actuales responsables de todas las administraciones antes mencionadas y alabadas: Y Náutica pa' cuándo.

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