Opinión

Su hijo es adicto... o lo será

En algún momento tendremos que tomarnos en serio un problema que cada día es más grave: la adicción de los adolescentes a las redes sociales y a las apuestas online

Ignacio Moreno Bustamante

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Vuelta a la rutina. Se acabaron las fiestas, los excesos gastronómicos, el consumismo absurdo y los mensajes de felicitación enviados a todos por igual, con mucha palabrería y muy poca alma. Algo de poso familiar habrá quedado, algún reencuentro realmente emotivo. Ojalá. Pero algún día habrá que replantearse cómo queremos celebrar la Navidad, que año tras año va perdiendo su verdadero espíritu. No lo haremos, ya lo sabe, y el año que viene será igual. O un poquito peor. Sea como fuere, lo cierto es que cada mochuelo ha retornado ya a su olivo y mañana lunes recuperamos nuestro día a día. Nuestros asuntos cotidianos, con su cuesta de enero y toda la parafernalia, que en este 2023 se presenta como el Himalaya. Pero, aunque sea por aquello de que empieza un nuevo año y nuestra costumbre de iniciarlo con buenos propósitos, quizá sea momento de plantearnos un problema muy serio que sin embargo parece invisible: la adicción de niños, adolescentes y jóvenes a las nuevas tecnologías. Y en su vertiente más peligrosa, a las apuestas online. Los expertos han lanzado ya la voz de alarma, pero nadie parece darse por enterado. Hoy, en estas misma páginas, profesionales de centros de desintoxicación de la provincia lo cuentan alto y claro. Familias destrozadas, que han tenido que vender su casa por las deudas contraídas por sus hijos. Adolescentes que roban, se vuelven violentos y abandonan los estudios. Convivencias familiares marcadas por el llanto, los gritos y la desesperación. Está ocurriendo. Aquí mismo. En la puerta de enfrente de su casa, aunque su vecino lo niegue por vergüenza. O por miedo a su propio hijo. Hijos que tienen una adicción real, como el que la tiene a la cocaína o al alcohol.

Este sí es un asunto en el que deberían entrar de lleno todas las administraciones, el de la regulación del acceso a internet de los menores de edad. Desde las europeas a las españolas. Pero no lo hacen. Soy totalmente consciente de que es tarea harto complicada, prácticamente imposible ponerle puertas a ese campo. Pero algún paso firme en ese sentido hay que empezar a dar. Alguien debe liderar esta batalla, sin distinción de ideologías. No podemos cometer el error de permitir que ningún partido concreto trate de enarbolar esa bandera, como ya ha ocurrido, por ejemplo, con el feminismo. Al final se convierte en una guerra de trincheras y se hace más mal que bien. Ante nosotros tenemos una oportunidad de plantar cara a un problema muy serio que afecta a todos por igual. Y que no quepa la menor duda: va a ir en aumento en los próximos años. Hace apenas diez o quince años este era un asunto menor. Se daban muy pocos casos a edades tan tempranas. Pero los niños de ayer camparon a sus anchas por internet y muchos de ellos, sin acercarse siquiera a la edad adulta, son ya unos 'yonkis'. Adictos a una pantalla a través de la cual les llegan tantos estímulos que es literalmente imposible de controlar. Los niños de hoy serán adictos del mañana. Cada vez en mayor cantidad. Y probablemente con mayor gravedad, porque el mercado también está creciendo. Los que sacan tajada –muy buena tajada– de todo esto hacen muy bien su trabajo. Saben cómo engancharles con apuestas de todo tipo. Y muy atractivas. Como explica un terapeuta de Chiclana en nuestro reportaje de hoy: «Desde el vestido de la Pedroche al resultado al descanso de su equipo favorito». La respuesta fácil es que eso es tarea de los padres. Cierto. Pero sólo a medias. La labor de los padres es básica, en eso no hay duda. Como tampoco la hay en que es manifiestamente insuficiente sin una regulación, una legislación que los apoye. Lean lo que cuentan los terapeutas, los expertos, los que se enfrentan al problema día a día. Aquí en Cádiz, en Chiclana, en San Fernando, en Algeciras o en Jerez. Bicheen un poco, a ver qué dicen. Luego observe a su hijo. Y saque sus propias conclusiones.

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