Por Andy, por Lucas
Andrés Morales y Lucas González son dos profesionales de éxito que se han atrevido a decir en voz alta lo que muchos piensan y callan
Siento debilidad por Andrés Morales Troncoso y por Lucas González Gómez. Por Andy. Por Lucas. Por Andy&Lucas. Son dos currantes de la música. Dos profesionales que se han labrado una carrera más que exitosa a base de talento, por supuesto, pero también de pico y pala. Con disciplina, con profesionalidad. Muy alejados de los tópicos que sobre ellos se puedan dibujar, que son muchos. Tanto por su estilo de música como por el hecho de ser de Cádiz. Imagínese. Carne de meme en redes sociales. Sobre el tipo de música que hacen, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Desde luego no es el que más se ajusta al gusto de un pureta a las puertas de los 50 como servidor, para colmo un poco chapado a la antigua. Pero las cifras hablan por sí solas. Veinte años de carrera, millones de discos vendidos, otros tantos millones de descargas en las plataformas musicales, millones de espectadores en miles de conciertos, discos de diamante, de platino, premio Billboard, nominaciones a los Grammy... un respeto, que esto no se consigue siendo la caricatura que algunos tratan de hacernos ver de ellos. Son dos grandes, le pese a quien le pese.
Y a quien parece que ahora le pesa es a HB Bildu. Y a sus ruidosos y rabiosos simpatizantes. Mire usted que en estas dos últimas décadas no recuerdo a Andrés y a Lucas enfrascados en ninguna polémica. Ninguna salida de tono. Menos aún en temas políticos. Forma parte de la profesionalidad de la que les hablaba antes. Como bien decían en esa entrevista que seguro usted ha leído, ellos son músicos. La música no tiene bandera política. O no debería. Su objetivo es tratar de llegar al mayor número posible de personas. Y por eso van a un concierto montado por una organización católica con la misma entrega que si quien les llama es el presidente de una asociación LGTBI. Profesionalidad, insisto. Respeto por todo el mundo, independientemente de sus ideas y de su forma de entender la vida. Eso sí, son muy libres de establecer sus propias líneas rojas. Se lo han ganado con creces y a estas alturas creánme que pueden permitirse decir no a quien les dé la gana. Y por eso han dicho que con los únicos que no irían ni a la esquina es con HB Bildu, por su evidente vinculación con ETA y su pasado terrorista. Valentía, se llama eso. Decir en voz alta y de forma muy clara lo que pensamos millones de españoles que crecimos viendo a gente mutilada y asesinada en los telediarios cada semana. Imagínese la que les ha caído. O no hace falta que se lo imagine. Asómese al maravilloso mundo de las redes sociales y compruébelo usted mismo. Una monería. Me gustaría pensar que Lucas y Andrés se lo están tomando como se lo tienen que tomar. Con distancia. Incluso con una sonrisa en la cara. Que ladren los que se empeñan en imponer su pensamiento único. Los que hostigan y tratan de amedrentar a los que no se someten a su radicalismo. Al fin alguien que alza la voz contra lo políticamente correcto, como el actor este que está ahora de moda, William Levy. En otro plano, hizo algo muy similar. Que fue decir que si un hombre le gasta a una mujer la misma broma que le gastó Mercedes Milá a él, «va preso». Esa gracieta de toquetearle, de sobarle, es al revés y se lía la pajarraca social. Pero nadie lo dice. Tiene que venir un actor procedente de un país donde la libertad realmente no existe, Cuba, a decir lo que aquí no nos atrevemos. Que hombres y mujeres no somos iguales. Que ser hombre no es sinónimo de ser machista. Que ser femenina no significa no ser feminista. En fin, obviedades que nadie expresa en voz alta no se sabe muy bien por qué. Así que respeto máximo por este actor tan guaperas. Y sobre todo, absoluto respeto y admiración por don Lucas González Gómez y don Andrés Morales Troncoso.
