Opinión
El voluntarismo de la ministra contra la razón
Se ha empeñado la comunista Diaz en que trabajemos menos y así seremos más felices. Viviremos en el país de Alicia el de las maravillas
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Iniciar sesión«Yoli en el país de Alicia» promete maravillas trabajando poco. No sé por qué ha señalado el límite en 37,5 horas y no en 28, como en su día fijaron en un convenio colectivo hace 35 años, una empresa pública municipal y el comité de empresa, en época de un alcalde comunista. O, como también otro comunista que gestionó el hospital Virgen del Rocío de Sevilla (conocido por su unidad de quemados y su insigne paciente la «Chiqui Marichú» con sus manos hechas chamusquinas) consideró por razones de dignidad en el trabajo del personal de limpieza del centro sanitario, reducir a 20 horas semanales la jornada máxima, manteniendo en su integridad el salario ordinario, calculado para 40 horas. Con el tiempo el gerente comunista cesó en el cargo y vino otro que restableció la situación. Un sindicato interpuso una demanda alegando modificación sustancial de las condiciones de trabajo. El Magistrado de Trabajo que dictó sentencia, sanluqueño y de estirpe bodeguera, acertó ante el desaguisado: «la desorganización de la Administración no es causa suficiente para justificar derechos adquiridos». El tener un corazón que no cabe en la caja torácica, externalizado en la generosidad con el dinero del prójimo, típico de la progrez más abyecta, sucumbió ante el sentido común, alejado del voluntarismo y fundamentado en la razón.
La ministra de Trabajo, esa que enseñó a su hija en Fene (La Coruña) como es el horizonte, ese mismo que no ve desde el piso de 450 metros que ocupa en la castellana (Nuevos Ministerios) y desde el que se otea no sólo el horizonte, si no el cielo de Madrid, Guadarrama, Navacerrada, Gredos y hasta a Cándido asando un cochinillo en Segovia…En fin, es lo que hay. A más de uno habría que estrellarle el plato sobre la cabeza, como se hace frente al Acueducto, para ver cómo anda de maduro el cerebro y sus ideas.
Schopenhauer filosofó sobre la voluntad y el entendimiento. Sobre aquellas doctrinas que otorgan a la voluntad un papel central, a menudo considerándola la fuerza principal o incluso la fuente de la realidad. Se ha empeñado la comunista Diaz en que trabajemos menos y así seremos más felices. Viviremos en el país de Alicia el de las maravillas. Pero, esa vida tiene poco recorrido. Más pronto que tarde sucumbiremos como país. No sólo por la reducción de la jornada. Todo lo que se ha legislado desde 2018 tiende a reducir la productividad del factor trabajo, lo que implica reducir la competitividad empresarial.
La explicación de las diferencias abismales entre el nivel de vida en los países desarrollados y los que no lo son, pude sintetizarse en el concepto «productividad». Esta es considerada como la cantidad de bienes y servicios que puede producir un trabajador en cada hora de trabajo y de la asimilación de dos conceptos: La renta de una economía es su producción. Alemania y Francia han dado un golpe de timón dentro de la ortodoxia económica y hacer productivo el trabajo y competitivas las empresas. Desde el horizonte visualizado desde Fene, solo se atisba a ver el mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú.
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