OPINIÓN

Valiente, honesto, transparente y se viste por los pies

Dicen que la inteligencia es la intuición iluminada por la razón. Pues, ni intuición, ni iluminación, la inteligencia expresada en el lenguaje me traicionó

Fernando Sicre

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Sólo pretendo hablar del sistema de pensiones y de la absoluta chapuza de la reforma. He pensado en su mentor y he llegado a las antípodas conceptuales de lo que debiera parecer una persona «de bien», como «Dios manda», para resolver el gran problema que padeceremos hasta que pasen dos generaciones. Cuarenta años no son nada. Quizás sean demasiado y el daño infligido a los españoles por los desalmados de los políticos será irreparable. Lo que dijo cuando usaba la razón para fundamentar sus análisis económicos en general y sobre pensiones en particular, cuando presidía la AIREF, es exactamente lo contrario que la justificación que hoy le lleva a vanagloriarse por haber reformado el sistema. Pero, de forma insistente me viene a la memoria un hombre intachable (desde luego es lo que parece) que, puede ser definido sin temor a equívocos, aplicándosele esas cuatro ideas que intitulan el artículo. Puede llevar a gala lo del benemérito cuerpo, porque el honor es su divisa. Sólo hay que leer la sentencia y asentir.

Sí, es el coronel al que, a sabiendas, porque si no, no se entiende la resolución judicial del TS, le cercenaron su carrera profesional. Solo por cumplir con su deber. Sólo por su valentía, por acatar la decisión de la juez. Sólo por su honestidad, optó por cumplir la ley, a sabiendas de la reprimenda. Sólo por su transparencia, antepuso su propio futuro profesional dando cumplimiento al interés general reflejado en la ley. Y sólo porque sigue vistiéndose por los pies, es merecedor de ser investido como general. Vaya, mi pensamiento ante la intitulación me ha traicionado. Dicen que la inteligencia es la intuición iluminada por la razón. Pues, ni intuición, ni iluminación, la inteligencia expresada en el lenguaje me traicionó. O, mejor dicho, recurro al español de Cádiz porque se me hizo «la picha un lío». Porque un lío es un trio. Sin duda. Las que no se sientan liadas como yo, admitan temporalmente un cambio de sexo, y así sentirán lo mismo que yo y todos mis lectores. Porque les garantizo que la tengo bien liada.

Pensaba en uno que se dice «Grande» de cuna y ahora veo que es «pequeño», rastrero…Y llegué hasta él, cuando en mi interior escuché a la ex Fiscal General del Estado, en reunión con el prevaricador ex juez Garzón y con el corrupto «comisario» Villarejo se refirieron a él. No es Wally, es él. Maimónides también lo calificaría como otro innombrable. Al sefardí le producía temor reverencial sólo nombrarlo (Yhwh), pero había una relación de respeto, de temor reverencial. Con el tercero de la tríada, sólo resuenan palabras y más palabras: Delgado le dijo a Villarejo que tenía el «éxito garantizado» al obtener «información vaginal» en un prostíbulo. En esa conversación maloliente, de los bajos fondos, tan bajos como las cloacas del Estado, aparece el otro, el tercero, juez en situación administrativa de servicios especiales, al que evito referirme, no por respeto o temor reverencial, sino por todo lo contrario.

Intento desliar mi mente, porque todo lo demás se encuentra en perfecto estado de orden y totalmente desliada, y les doy mi opinión sobre la reforma de la «Ley de Pensiones». Seré sintético, «lo bueno, si breve, dos veces bueno». El régimen financiero de la Seguridad Social española es calificado como de reparto. Lo que significa que, con los ingresos obtenido con las cotizaciones de los sujetos obligados a la cotización, se financian en ese ejercicio económico los gastos originados en prestaciones (pensiones entre ellas). De donde se infiere que ese régimen tiene una conexión directa con el mercado de trabajo, ya que exige un número de cotizantes suficientes para que las cotizaciones sean bastante, lo que exigiría el pleno empleo en la situación actual (más de 4 millones de desempleados, que representa que un 17,5% de la población activa está infrautilizada). Sí incrementamos exponencialmente las cotizaciones (destopes de las bases de cotización), incidimos negativamente en el devenir del mercado de trabajo.

Las cotizaciones son costes empresariales, que inciden negativamente en la productividad del factor trabajo, lo que dificulta la competitividad de las empresas. Y, si consideramos que la productividad es el índice determinante del bienestar de una sociedad, la reforma va encaminada en la dirección contraria. El equilibrio presupuestario de la Seguridad Social se está haciendo con transferencias de los PGE y con préstamos del Estado, lo que elevan el déficit y acumulativamente la deuda pública. La única solución pasa por disminuir ostensiblemente el gasto público y así mantener en lo posible el sistema en cuantías que sean razonables. Hay otra solución de justicia también, que Marlaska se vaya a su casa. Menos mal para él, sí decide volver a vestir la toga, esta no se pone por los pies.

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