OPINIÓN

El número Pi y el confinamiento

Casi como en las películas de ciencia ficción con tintes catastrofistas de las tardes de los domingos

Felicidad Rodríguez

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Hoy, 14 de marzo, es la fecha de una celebración importante y también el aniversario de un momento que nos gustaría olvidar. La celebración, la del Día Internacional de las Matemáticas y, coincidiendo con ello, en muchísimos sitios se organizan actividades para acercar a los más jóvenes a un ámbito que, aunque no lo creamos, tiene una enorme relevancia en nuestra vida cotidiana.

Por ejemplo, aquí cerquita, el Real Observatorio de la Armada organiza actividades, con alumnos de ESO y Bachillerato, sobre el cálculo del número Pi, un número que representa la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro y que sirve tanto para planificar una trayectoria espacial como para fabricar el balón con el que, esperemos, el Cádiz logre la permanencia, sin olvidar las previsiones meteorológicas para la próxima Semana Santa. Un número famoso el Pi, el 3.14, que sirvió de referencia a la UNESCO para designar el 14 de marzo, que los americanos representan como 3/14, como el Día de las Matemáticas y que, curiosamente, coincide con la fecha de nacimiento de Einstein quien, sin duda, también hizo buen uso de Pi en la ecuación de campo que relaciona la curvatura del espacio-tiempo con las fuentes de energía. Pero resulta que Pi no es exactamente 3.14; tampoco 3.14159.

Y es que Pi tiene un número infinito de decimales. Entre los pensadores de la antigüedad, fue Arquímedes el que primero se acercó más a su cálculo, 3.1418, y desde entonces las aproximaciones no han dejado de ajustarse para descifrar la secuencia infinita de sus decimales, 3.14159265 millones y millones de ellos. Hay, incluso, concursos de frikis para ver quien recita de memoria el mayor número de decimales conocidos de Pi. Y con el desarrollo tecnológico y computacional ya se va por más de 100 billones de dígitos. Obviamente la cifra exacta de Pi, ese número tan importante para tantos cálculos, nunca podrá determinarse porque para eso Pi es infinito. Y si el día de Pi y las Matemáticas es el que hay que celebrar, también el 14 de marzo es una fecha que no trae, precisamente, gratos recuerdos. Porque, aunque parezca que ocurrió hace un siglo, hoy se cumplen tres años del Real Decreto del confinamiento. No es raro que nos refiramos a multitud de actividades, de acontecimientos o a cualquier otra cosa, añadiendo eso de «antes del confinamiento».

Casi como en las películas de ciencia ficción con tintes catastrofistas de las tardes de los domingos. Y es que realmente el asunto hubiera dado para un guión distópico en la línea de George Orwell, si no fuera porque la realidad se adelantó a la ficción. Lo que las imágenes televisivas nos mostraban, calles absolutamente vacías, el silencio constante solo roto a las 20 horas durante un breve momento, animales ocupando los espacios antes llenos de gente, no correspondían a ninguna serie hollywoodiense sino a una realidad que llegó a parar el mundo. Más tarde, el Tribunal Constitucional declaró parcialmente ilegal el Real Decreto, aunque tuvo la precaución de impedir que pudieran hacerse reclamaciones patrimoniales al Estado. De no haber sido así, todavía el gobierno estaría calculando las cifras, como si de los decimales del número Pi se tratase, que debería devolver a los ciudadanos.

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