Opinión

Contenido sexista

«Un día se alaba el enseñar el pecho como signo de libertad y de empoderamiento femenino y, a la semana siguiente, un dibujo de Eva desnuda resulta un símbolo patriarcal intolerable»

Felicidad Rodríguez

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Hace casi dos siglos y medio, en plena Revolución francesa, Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, un documento proclamando la libertad y la igualdad de las mujeres en todos los ámbitos, lo que no evitó que la pasasen por la guillotina y, por supuesto, que la mayoría de los derechos que exigía terminaran por ocupar el último lugar entre las prioridades de los revolucionarios progresistas de la época.

Obviamente se ha avanzado en todo el tiempo transcurrido desde entonces, pero aún quedan muchas, muchísimas, cuestiones por resolver para lograr una auténtica igualdad. Sin embargo, parece que, en lugar de hacer esa igualdad plenamente efectiva, estamos en otras cosas. Entre ellas, la de pensar mucho y tener mucho cuidado con lo que se dice, como se dice y cuando se dice. De hecho, últimamente no sabe uno, o una, a que atenerse para interpretar lo que es, o no es, estereotipos o contenidos sexistas.

Lo único seguro es que, se opine lo que se opine, se corre el riesgo de recibir tortas por algún lado. Así que más de alguno, y de alguna, piense que más vale estar calladito, o calladita, no vaya a ser que los que aplauden un día algo como signo de empoderamiento femenino te crucifiquen al día siguiente por algo similar. Pasa, por ejemplo, con el desnudo femenino. Esta semana, y para evitar polémicas, la Asociación de Sidra Casera del asturiano pueblo de Piloña ha tenido que retirar el cartel del concurso sobre la emblemática bebida de manzana fermentada. La retirada, según ha explicado la autora del cartel, obedece a las presiones recibidas en el Ayuntamiento asturiano por grupos feministas que lo denuncian por «contenidos sexistas».

Y es que aparece Eva, escanciando la sidra, desnuda y con la manzana. No se si es que una mujer no puede estar en eso de la fermentación de la manzana, o si se trata del hecho de representar a Eva desnuda. Y mientras nos entretenemos en estas cosas, lo importante se deja para otro momento, también en los derechos de las mujeres. Ahora ya no resulta inverosímil que a algún grupo le de por vestir a todas las Venus, desde la de Willendorf hasta la de Milo, o que exijan la retirada de todas las Dánaes de los museos del mundo. Seguro que habrá asociaciones, grupos y similares que piensen en revisar todas las obras de la historia de la literatura para crear un nuevo Índice de libros prohibidos.

Puede que no esté lejos el momento en el que haya que mirar de reojo, y con perfecto disimulo, la Maja desnuda de Goya en el Prado, e incluso, ya puestos, también la vestida; al fin y al cabo, siempre habrá alguien que interpretará como estereotipo sexista la mirada y postura de esta última. Los hacedores y vigilantes de lo supuestamente correcto están al acecho. Una supuesta corrección que, en todo caso, depende de sus propios engranajes neuronales y de su personal visión que, además, puede ser variable según interese.

De hecho, un día se alaba el enseñar el pecho como signo de libertad y de empoderamiento femenino y, a la semana siguiente, un dibujo de Eva desnuda resulta un símbolo patriarcal intolerable.

Y a ver quién es el valiente que se atreve a decir lo contrario. Esto ya está como para ir derecho al diván del psicoanalista.

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