OPINIÓN

Cádiz y Perú, historias conectadas

El destino y los convulsos tiempos políticos que vive Perú han hecho posible que el Congreso se celebrase en Cádiz con dos años de adelanto a lo previsto

Felicidad Rodríguez

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Semana intensa la de la celebración en Cádiz del IX Congreso Internacional de la Lengua. También una oportunidad única para darnos cuenta de la importancia de un idioma que es la lengua materna de 500 millones de personas; los españoles, obviamente, somos una minoría entre ellas y, de hecho, en Estados Unidos, el número de hispanoparlantes prácticamente nos supera como bien nos recordaba la semana pasada, durante el Diálogo Académico, el presidente honorario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Gerardo Piña Rosales.

Como es natural la importancia del español trasciende a todos los ámbitos y tendremos la oportunidad de atender las lecciones de especialistas de todas las materias, entre ellos algunos que tienen una estrecha vinculación con el mundo académico de Cádiz, caso de José Manuel Blecua, en el área de la filología o de Antonio Campos, en el de la Medicina, y llegando desde el otro lado del charco los también Académicos de la Hispanoamericana, Allan Randolph Brewer-Carías o Antonio García Padilla, ambos del ámbito del Derecho.

El destino y los convulsos tiempos políticos que vive Perú han hecho posible que el Congreso se celebrase en Cádiz con dos años de adelanto a lo previsto. Lógicamente, Perú estará muy presente en esta edición gaditana, como seguro que lo estará Cádiz en la que, estoy convencida, se celebrará en Arequipa en el 2025. Una de las exposiciones que tenemos en la Casa de Iberoamérica con ocasión del Congreso gira en torno al país andino. Se trata de la muestra «Libros y autores en el Virreinato del Perú» que nos ilustra sobre la importancia peruana como foco de irradiación cultural, algo que también se pondrá de manifiesto durante la mesa redonda, posterior al Congreso, «Cádiz y Perú: historias conectadas». No en vano en Lima se creó la primera imprenta de América del Sur, allá por 1584, extendiéndose su monopolio hasta el siglo XVIII.

Esta exposición en la sede gaditana de Iberoamérica se iba a organizar inicialmente en la sala de extensión cultural del arequipeño monasterio de Santa Catalina, un lugar de inexcusable visita en Arequipa. El monasterio, cuya vida interna describió de manera brillante Flora Tristán, es un hermoso laberinto de callejones y patios, una joya colonial a la sombra del Misti. El monasterio de las monjas dominicas, un auténtico pueblo amurallado, donde aún se puede ver, en algunas de las casas-celdas, los blasones de sus ocupantes, se fundó en 1580 y es uno de los mejores ejemplos de arquitectura conventual de la época, realmente un ejemplo magnífico por su belleza, su tamaño y su estado de conservación.

No deja de ser curioso, casualidades de la vida, que la exposición que nos muestra el desarrollo de la producción bibliográfica peruana, tanto manuscrita como editada, y que inicialmente iba a celebrarse en Santa Catalina de Arequipa lo haga ahora en la Casa de Iberoamérica de Cádiz donde también se guarda un manuscrito de 1579 relativo a la fundación del monasterio arequipeño. Se trata de la imagen que ilustra la mesa redonda posterior al Congreso a la que antes me refería y en la que Mark Thurner, Carmen McEvoy y Jorge Cañizares, extendiendo su visita a Cádiz, nos hablarán de historias conectadas, la de Cádiz y la del Perú.

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