Opinión

Unas elecciones para la reconstrucción

«Creo sinceramente en la virtud del acuerdo que en estas líneas he respaldado»

Esteban Goti

Cádiz

Parece que en 2023 acudiremos a las urnas para diversos comicios, entre ellos, los generales. Con todo, creo que estas futuras elecciones son de especial importancia, pues lo que habremos de afrontar es algo más que el diseño de un Gobierno ordinario y un programa a tal efecto. El Congreso de los Diputados que surja de la convocatoria electoral tendrá, a mi juicio y deseo, la misión de avalar al presidente de un Ejecutivo que lleve a cabo una reconstrucción. Ésta la entiendo en dos sentidos: primero, revertir una legislación insegura en lo jurídico y defectuosa en su contenido; segundo, pacificar el clima de confrontación anímica que está pudriendo a los ciudadanos de este país. Desde que Pedro Sánchez y su coalición de Gobierno llegaron a La Moncloa en 2018, han buscado asentar sus metas a toda costa, a todo precio, así también que la mentalidad colectiva se ajuste a la ideología que los integrantes de dicho Gobierno defienden. Todo lo que quedaba fuera de esto ha sido estigmatizado como radical y minoritario. Es falso, pero se han empeñado en difundirlo, con la gravedad que eso conlleva para la convivencia.

Este tipo de legislatura no debería repetirse, y, para ello, es necesario enfocar el porvenir sin egoísmos. ¡Cómo lo haremos posible! Considero que el próximo Gobierno debe contar con el acuerdo de los dos grandes partidos, el PP y el PSOE. Algo parecido a la coalición CDU-SDP que hace pocos años se dio en Alemania. Creo que la tarea de reconstruir todo lo que Pedro Sánchez, Podemos y sus apoyos parlamentarios han ido minando, no puede pasar por edificar un Ejecutivo al modo usual, como si tuviésemos circunstancias normales. Hoy no contamos con esa situación, y, por lo tanto, la solución exige imaginación senior. Hemos vivido un auténtico torbellino, y es preciso hacer regresar la brisa. Pedro Sánchez no debería tener ningún protagonismo en un nuevo ambiente político. No se lo ha ganado, no lo merece. Ojalá hubiera otro candidato o candidata socialista, pero, como no lo hay, el proyecto que sugiero aquí pasa necesariamente por la victoria de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP y la dimisión de Sánchez, toda vez que perdiera las elecciones. Dimitido Pedro Sánchez, sin embargo, permanece el PSOE. La socialdemocracia española debe salvarse, para ser garantía de alternancia serena en el Gobierno.

Hay dos maneras de alcanzar un compromiso entre populares y socialistas para formar Gobierno, tanto si la victoria es de unos como de otros. Primera, el Gobierno se podría constituir en solitario con el candidato del partido ganador y es sustentado en el Congreso con una postura abstencionista o favorable, según los casos, por el segundo partido. Segunda, el Gobierno se forja en coalición. Comprendo más eficaz esta segunda opción. La principal razón estriba en que PP y PSOE son contrincantes electorales, por lo que no es necesario inventar una falsa convergencia política. En consecuencia, el programa de Gobierno que pactasen tendría un carácter eminentemente práctico, sin adjetivos ideológicos, a fin de reconstruir lo derribado desde 2018.

En cuanto a la forma de ejercer el poder ejecutivo, para no caer en los errores de la actual coalición gubernamental, tendría que contar con un patrón de actuación claro para toda la ciudadanía. Este modelo consistiría en que el partido principal del Gobierno, PSOE o PP, tendría la iniciativa, y el otro componente del Ejecutivo aportaría sus elementos de equilibrio. Quedaría claro sin necesidad de disfraces qué ideas provienen de cada partido, y el responsable acuerdo al que han llegado, para hacer cumplir la ley. Esto tiene un gran valor, y a los ciudadanos nos toca tener la madurez de apreciarlo.

En este contexto, los grupos parlamentarios del PP y PSOE en las Cortes Generales, deberían tener la inusual libertad de crítica al Gobierno propio, para que no se estableciese una unidad permanente de criterio entre el poder ejecutivo y el legislativo. Una libertad de crítica, eso sí, consciente de que estaríamos en una coyuntura especial que exige de los grupos parlamentarios, socialista y popular, una actitud responsable. Como punto culminante del proceso que aquí defiendo, este atípico Gobierno habría de pensar en su justa duración. El elemento definitivo debería ser el tiempo necesario para que, el Legislativo y el Ejecutivo, cada cual en su competencia, devolviesen al país una legislación jurídicamente segura y adecuada, así como una paz de espíritu colectivo, que necesariamente pasa por volver a reconocer en el prójimo el derecho a sus libertades fundamentales, entre las que pongo de relieve la de pensamiento y expresión.

Creo honestamente que es necesario un acuerdo de Gobierno entre PP y PSOE, porque debemos relegar del protagonismo político a los partidos que no creen en la unidad constitucional de España y chantajean al Ejecutivo con sus exigencias, a los que repelen de la democracia representativa y liberal, así también a quienes pretenden subvertir nuestro orden democrático con sus planes dirigistas o de exaltación patriótica sin suelo legal. Debemos recuperar los grandes logros de la Transición, ese triunfo del cambio político para la democracia, lleno de anhelos reconciliadores, a pesar del terrorismo y sus sangrientos intentos de paralizar al país o la vulneración de los derechos humanos por quienes deseaban insistir en mantenerse dentro del régimen franquista con sus horrendas prácticas. Tenemos la obligación moral de expulsar de la vida política española el espíritu de guerra civil y sus expresiones.

Salvo que nos encontremos en un escenario de mayoría absoluta, y aún así insisto en la necesidad de acuerdo, el plan que he querido esbozar se justifica en que Podemos, a la izquierda del PSOE, y VOX, a la derecha del PP, han querido desviar la política de mayoría de edad hacia la adolescente. Persisten en ello. Ya sea por la reivindicación pintoresca del modelo comunista o bolivariano, ya fuera por un extravagante nacionalismo español que está más nutrido de aboliciones que de añadiduras, Podemos y VOX han procurado que los partidos que han encabezado los gobiernos de la Nación, se alejen de la moderación. Sólo un próximo acuerdo de Gobierno entre populares y socialistas para la reconstrucción de los grandes pactos de la democracia española, nos librará de las exigencias inadmisibles de los partidos exaltados a izquierda y derecha. No han sido menos graves, sino catalizadoras de la desestabilización, las seducciones de EH Bildu y los independentistas catalanes. ¡Qué decir de los nacionalistas vascos irresponsables! El botín y la burbuja hegemónica en el País Vasco como forma de hacer política.

Creo sinceramente en la virtud del acuerdo que en estas líneas he respaldado. Tenemos ante nosotros la tarea de mantener la democracia como modelo convivencial, y la defensa de las libertades concretas y diarias para todas las personas. Esto lo aprendí de la herencia política de Joaquín Garrigues Walker, y sólo ha ido ganando valor con el paso del tiempo.

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