Tribuna libre

Por qué Sánchez debe retirarse

La celebración de las elecciones el 23J tuvo una intención desmovilizadora, de ralentización del resultado del 28M

Esteban Goti Bueno

PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE COMILLAS

En el mes de enero, este periódico tuvo la gentileza de publicarme un texto, «Unas elecciones para la reconstrucción», en el que expresaba como muy deseable, un gran acuerdo entre el PSOE y el PP, pasando por el mejor escenario de Alberto Núñez Feijóo en calidad de ganador de las elecciones generales. Afortunadamente, el Partido Popular ha sido la fuerza política más votada el pasado 23 de julio. La segunda gran idea de aquel artículo era que el acuerdo debía hacerse sin Pedro Sánchez, caso de perder los comicios, y, además, por sus claros deméritos. Así lo mantengo. Cuando el presidente del Gobierno se dirigió a la Nación para convocar elecciones generales, sabía muy bien por qué lo hacía. Nunca da puntada sin hilo. El 28 de mayo se abría un plan poselectoral en el que el PSOE se quedaría sin gobernar diversos municipios y comunidades autónomas. Sánchez, a mi juicio, entendió que había que impedirlo en lo posible, y, de paso, blindarse como presidente del Gobierno. Así, unió el 28M a su supervivencia política. Toda vez que Pedro Sánchez convocó las elecciones generales aquel 29 de mayo, influyó en los acuerdos posteriores al 28M, contagiados, por lo tanto, de la futura convocatoria electoral del 23J. Ésta, a su vez, tomaría como material de campaña los pactos que se diesen en municipios y autonomías entre el PP y VOX. Creo que ha sucedido así. La mejor forma de justificar que hubo una intención de enredar el tiempo posterior al 28M, y avalar, por otra parte, la retirada de Sánchez, es analizar el contexto y el contenido de su propio discurso anunciando los comicios para el 23 de julio.

Primero. La convocatoria para las generales se hizo el 29 de mayo, un día después de que se celebrasen las elecciones municipales, autonómicas y también forales en el País Vasco. Fíjense que le dio tiempo al presidente de comunicarlo al Rey y al Consejo de ministros. ¿Habrá escuchado a alguien en esas comunicaciones o simplemente las ha efectuado? Por lo que se ve, hizo uso, según sus palabras, de la «prerrogativa»- término que empleó- que le corresponde al presidente del Gobierno. El objetivo, desde mi perspectiva, era conducir los resultados de mayo hacia un puerto distinto del que se preveía para todo el país en unas futuras elecciones a final de año.

Segundo. En consecuencia, la celebración de las elecciones el 23J tuvo una intención desmovilizadora, de ralentización del resultado del 28M, por lo tanto, no es cierto que Sánchez quisiera saber si contaba con el apoyo de la sociedad, pues le llamó a las urnas cuando la envolvía el descanso veraniego, y en medio de una sabrosa propaganda en el que los acuerdos que se establecieran entre PP y VOX, contasen con todos los ingredientes de una épica terminológica, que no se la cree ni el señor presidente de Gobierno. De sentirla así, abrazaría la oferta de investidura del señor Núñez Feijóo.

Tercero. En su discurso de convocatoria electoral para el 23J, Sánchez razonó que, derivado de las elecciones del 28M, diversos presidentes autonómicos, alcaldes y alcaldesas socialistas, se iban a ver desplazados, a pesar de que habían aumentado su apoyo en las elecciones. ¿Desplazados? ¿No serán, mejor dicho, sustituidos democráticamente? Esta expresión, al igual que el empleo del verbo desalojar, utilizado por todos los partidos, no ayuda nada a la normalidad de la vida democrática. La democracia es ir y venir, aumentar y disminuir. No se parece a una foto fija, pues para eso están las dictaduras.

Cuarto. Inmediatamente después, Sánchez no perdió el tiempo en advertir que las instituciones tendrían nuevas mayorías administradas por PP y VOX. ¡Cuidado, que vienen los fascistas! En el debate con Núñez Feijóo, Sánchez repitió que ambos partidos eran lo mismo. Debe de ser ésa, la razón por la que el Partido Popular hizo posible tras el 28M, que los socialistas gobernasen en Vitoria y Barcelona, que Durango fuese para el Partido Nacionalista Vasco (PNV), y que la Diputación Foral de Guipúzcoa corriera la misma suerte. Y es que el PP sí cree de verdad que EH Bildu es una línea roja.

Quinto. Pedro Sánchez afirmó que asumía en primera persona el sentido del voto del 28M, como presidente del Gobierno y en condición de secretario general del PSOE, e introdujo la idea de que esos resultados iban más allá de unos comicios municipales y autonómicos. Pues bien, si eso es así, podría haber dimitido ese mismo 29 de mayo. Como no lo hizo, el resultado del 23J vuelve a poner de manifiesto esa asunción de responsabilidad personal, porque perdió las elecciones generales. Pedro Sánchez es el líder de los socialistas, no el de éstos y de todos los que le puedan ayudar a revalidar la presidencia del Gobierno. El PSOE puede intentar formar Gobierno, pero Pedro Sánchez no, pues asumió como propio el resultado del 28M y el del 23J no le ha dado la primera posición.

Concluyo este artículo de opinión con el mismo sentido que quise escribir el del pasado enero; la mejor alternativa para España es un gran acuerdo entre populares y socialistas, con Núñez Feijóo como presidente de Gobierno. Sigo entendiendo que es preferible una coalición entre PP y PSOE, porque lo que está en juego no es una legislatura cualquiera, sino la reconstrucción de la vida institucional y democrática. Es más fácil gobernar las dos Españas, una contra otra, que una sola de todos los ciudadanos. La democracia no nos llama a senderos fáciles, sino a los edificantes.

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