Opinión

¿Dónde vamos?

Nos hemos aborregado. Los políticos nos llevan donde quieren. Los ministros y portavoces repiten cada día el mensaje ordenado

España está lánguida, adolece de brío, de viveza. Se aparta de las exigencias, tiende a la molicie. Da igual a quiénes se haya dado el gobierno. O que suba la deuda pública. O tiemble el producto nacional bruto. O que la política internacional sea un desastre. Da igual. Pan para hoy, sí, pero hambre mañana.

Nos hemos aborregado. Los políticos nos llevan donde quieren. Los ministros y portavoces repiten cada día el mensaje ordenado, aunque, eso sí, alguna que otra vez sacan a la calle una manifestación más folclórica que reivindicativa. Al menos, nada que decir como aquella de las manos blancas contra ETA.

Cuando el individuo pierde las riendas del poder y se las deja quitar por los políticos, la noticia es el chisme. Que si Sánchez o que si Feijoo. Los demás no pasan de ser voceros del argumentario de cada día. Mientras, los separatistas hacen su particular agosto.

Cuando estas pasadas vacaciones veía en los informativos de televisión entrevistas a pie de escalerilla, no se me curaba el espanto por los destinos. Con la de problemas de desempleo y de viviendas que verdaderamente afecta a nuestra juventud, ellos, tantos jóvenes, se gastaban sus perras o se endeudaban en ellas para irse lo más lejos de aquí, a lo más exótico. Como si el mañana no tuviera un ayer, ni el abuelo una casa en el pueblo.

Una huida hacia delante. Quieren olvidar, aunque sea por unos días, el follón político cotidiano. No sienten formar una nación, al menos con esta gente de ahora. Pero la población española original no para de disminuir y el que puede, se gasta el dinero en otras cosas que no sean hacer familia o arrimar el hombro. Nuestros nuevos conciudadanos son hijos de la inmigración.

Los jóvenes están enfadados y tiembla el voto del centro, a izquierda o a derecha. Están hartos de farsantes y de enjuagues. Si hace unos años votaron 15M, hoy Vox busca sus votos. Falla la nación porque el poder público cada día se aleja más del individuo. No huele bien y la peste produce rechazo.

A Trump le disgusta Sánchez, la OTAN así que así, los principales no le tienen en cuenta y somos el país europeo con mayor grado de pobreza infantil. Europa se prepara para otra Gran Guerra y aquí seguimos con nuestra ridícula guerra de cada día, tú más que yo, yo menos que tú. Triste destino el de esta España que parece apostar por el viejo dicho de que «para el tiempo que me queda en el convento» ….

Pero el populismo no se ha ido, está abriendo más carriles. Aquí, lo que falta es nación, falta reunión. El sustento de una nación es la ilusión y su decaimiento, el enojo.

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