opinión

El PIB y la FIB

«Los gaditanos somos los andaluces, solo por detrás de los granadinos, lo que por cierto es incomprensible, que más creemos en que todo el mundo es bueno»

Felicidad Rodríguez

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Bután es un pequeño reino de poco más de 40.000 km² en el corazón del Himalaya; un Shangri-La real en el que la casi totalidad de su escaso millón de habitantes dice ser feliz. El resultado de una encuesta de hace ya algunos años concluía que el 45% de los butaneses se sentía muy feliz, el 52% se declaraba feliz y apenas el 3% se manifestaba como infeliz, vaya usted a saber por qué. Así que el nuevo rey, nada más tomar posesión del cargo, determinó que el principal indicador de desarrollo de su país no sería el PIB (el Producto Interior Bruto, valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un periodo determinado) sino la FIB, la Felicidad Interna Bruta, y no parece que el hombre haya ido muy descaminado a la hora de pensar en sus conciudadanos y resolver, al mismo tiempo, la infelicidad de aquel escaso 3%.

Los butaneses se alejan de eso de medir el consumo de la gente y las inversiones de empresas y particulares, o de calcular el gasto público y las importaciones y exportaciones. Para ellos es más importante estimar los resultados obtenidos por un buen gobierno dedicado a lograr un desarrollo económico equitativo y sostenible, a promover la cultura en la población y en respetar y conservar el medio ambiente. Pero, como no sabemos realmente si las expectativas de los butaneses son comparables a las de los españoles, es difícil sacar conclusiones prácticas.

El PIB español, en el tercer trimestre del año, fue de 328.764 millones; la FIB española no se ha medido. En la Encuesta Social 2022 del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, cuyos resultados se acaban de publicar, no se nos preguntaba sobre nuestro grado de felicidad o infelicidad. Pero, al menos, sí que ofrece una aproximación para averiguar aquello que nos hace más felices, con unas conclusiones siempre útiles para tomar decisiones, sean las que sean, por parte de las instituciones o por cada uno en su propia casa. Resulta que estar con la familia es lo que hace más feliz al 91,6% de los andaluces, a los gaditanos un pelín menos, algo en lo que seguro coincidimos con los butaneses. La importancia de las relaciones familiares también se manifiesta en otro orden de cosas; por ejemplo, ante dificultades económicas, nadie como los padres de uno.

En cambio, las relaciones afectivas y de pareja parece que las teníamos sobrevaloradas; en realidad, solo al 35% de los andaluces es lo que más feliz les hace, muy por detrás en el ranking de la felicidad de la que nos dan los amigos, o con el hecho de sentirnos bien de salud y con nuestro aspecto físico. Aunque el mezclar la salud y el aspecto físico puede dar lugar a confusiones; en lo primero posiblemente coincidiríamos con los butaneses, algo que no tengo tan claro para lo segundo. Y una cuestión importantísima para ser feliz, la confianza en los demás.

Los gaditanos somos los andaluces, solo por detrás de los granadinos, lo que por cierto es incomprensible, que más creemos en que todo el mundo es bueno. Pero tampoco en eso ganamos a los butaneses porque, aunque somos de los andaluces que más confiamos en nuestros semejantes (un 42,4%), el 55,3% sigue pensando que cualquier precaución es poca, lo que posiblemente se deba a los efectos del PIB.

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