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Las playas son riqueza

Su cuidado es un deber ciudadano e institucional porque son motor natural, cultural, turístico y, también, económico

El apunte

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De todos los motivos de orgullo del gaditano, pocos tienen tanta base real como sus playas atlánticas. Tras décadas de crecimiento turístico sostenido resulta ridículo recordar lo que son las playas para la provincia, para sus habitantes y para los visitantes. Son su alma y su escaparate, su mayor atractivo y patrimonio. Pocas provincias españolas tienen más kilómetros de arenas más limpias, de orillas más largas y anchas. Muchas de ellas sin mancha de edificios. Es evidente que forman parte esencial, quizás la principal, de la oferta de todo el sector servicios. Nadie lo va a poner en duda, menos aún cuando se acerque el verano. Pero hay que pensarlas todo el año. También ahora en invierno.

Por esa importancia, que muy pocos discutirán, resulta esencial mimar ese valor primordial. Es obligación de todos cuidar una riqueza que va mucho más allá paisajístico: es valor natural, escenario cultural y hasta pulmón de varias ciudades de la provincia que no tienen otras alternativas verdes. Pero también laboral, económico. Si las playas se entregan a un mal uso, si se descuidan, si no se vela por frenar su deterioro natural y artificial, la suciedad que siempre provocan las muchedumbres o si se regalan demasiados metros a intereses particulares, si se accede a su limitación por ocupación incontrolada, son miles de gaditanos y visitantes los que pueden sufrir las consecuencias directas e indirectas.

De ahí el valor de gestos como el del Ayuntamiento de Chiclana, que a través del organismo público Chiclana Natural, ha duplicado este 2023 el gasto en limpieza de playas para pasar de 950.000 euros a 1,8 millones anuales. Es un ejemplo, un camino a seguir, para otras muchas localidades, entre ellas la capital gaditana que ha visto languidecer los servicios playeros, su aspecto y su estado durante los últimos años. Se supone que son los técnicos los que tienen mayor conocimiento y experiencia, que nadie ha visto y tratado más playas que ellos. Si los de Chiclana deciden que merece la pena multiplicar la inversión resulta que no será ninguna locura, ningún imposible, que merece la pena. Especialmente cuando la chiclanera es una de las ciudades con mayor prestigio turístico en la provincia, que ya es decir.

Regalar la playa al abandono, a la suciedad, o incluso a la invasión turística irrespetuosa, dejarla para beneficio de unos pocos es una negligencia que afecta a todos los ciudadanos. A los que la disfrutan y a los que no. A los que viven de ella y a los que no.

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