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Kichi vende consejos, para él no tiene

El que se ofreció como adalid de los trabajadores, el que inflama cada conflicto, tiene a su propia plantilla, sin excepciones, en contra

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Caben pocos matices: la plantilla municipal le ha dicho «basta» al alcalde de Cádiz. A José María González Santos se le han puesto enfrente todos los trabajadores, sin distinción por sindicatos, áreas o estamentos. Todos. Ha sido capaz de poner de acuerdo incluso a colectivos sindicales públicamente enfrentados, de origen político absolutamente dispar, que apenas se soportan en una reunión de trabajo. Así será el nivel de decepción que han provocado sus ocho años de gestión. Sin excepciones: Autonomía Obrera, UGT, CC OO, CSIF, UPLBA y SPLCA se han aliado por una vez para exigir el Acuerdo Regulador de las Condiciones de Trabajo de los funcionarios municipales. Como en servicios esenciales (limpieza, transportes...) el actual equipo de Gobierno ha dejado pasar demasiado tiempo sin asumir sus responsabilidades, sin actuar, sin gestionar. Tan es así que el marco laboral asociado a San Juan de Dios es considerados por todos, de forma unánime, un «desfasado texto que cuenta con casi 13 años de prórroga».

En términos sencillos, hablamos de que aquellos que se presentaron como adalides de los trabajadores, como representantes únicos de los asalariados menos recompensados, han sido incapaces de sentarse a negociar con ellos, con los que tenían más cerca, los del Ayuntamiento. En ocho años han sido incapaces de renovar, siquiera de negociar, conceptos esenciales como jornada, horario, vacaciones, categorías profesionales, permisos y licencias. Los sindicatos, hartos, han tenido que agruparse para hacer el trabajo de la Delegación de Personal y la Alcaldía para, «en cuestión de días, remitir las propuestas de modificación».

En su denuncia conjunta, todos los sindicatos destacan que ni siquiera se han abordado apartados de ese Acuerdo Regulador (equiparable a un convenio colectivo en la empresa privada) tan sensibles y necesarios como el Plan de Igualdad o los protocolos obligatorios «en cuestión laboral, sexual o de cualquier otro carácter». Kichi tiene diez días, según el plazo dado por los representantes de los trabajadores, para convocar y escuchar a su propia plantilla. Diez días para hacer lo que no ha querido, ni sabido, en ocho años.

Para dar lecciones sobre las maldades del demonio capitalista que habita en la banca, las eléctricas, las grandes cadenas de alimentación, o en el sector del metal gaditano, siempre ha estado listo el alcalde. Para reclamar mejoras laborales para los trabajadores del mundo, el primero. Para afrontar las de los suyos, los más cercanos: el último y a empujones.

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