El apunte

Cádiz estaba preparada

Las obras en el Puente Carranza discurren sin sobresaltos, sin atascos y sin problemas de tráfico, lo que demuestra que la ciudad había hecho los deberes

El apunte

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Se avecinaba el apocalipsis, la tragedia cotidiana. Las obras del puente Carranza provocarían el colapso total de la ciudad. Cádiz se sumiría en el caos en la nueva distopía. Nadie querría venir, nadie podría salir. El Ayuntamiento elaboraba un sesudo plan que presentaba ante los medios mientras Subdelegación repartía recomendaciones entre administraciones y ciudadanos.

Pues son cinco minutos más. Cinco de media, lo que se tarda de más en llegar a la capital por el Puente de la Constitución. Los atascos se han minimizado hasta convertirse en ligeras retenciones, con momentos puntuales de mayor afluencia de tráfico en las horas puntas de entrada (7 a 9) y salida (14 a 16). Aquí no falla la pasarela sino el acceso por esa rotonda que por dimensiones no logra agilizar el tráfico a la llegada de los vehículos.

Se puede decir que 'prueba superada' y con nota. Pocos usuarios sufren verdaderas molestias a causa de las necesarias obras en el Puente Carranza. El plan de tráfico, que debía revisarse en función de los problemas que fueran surgiendo y no estuvieran previstos, se mantiene sin tocar una coma. El piojito sigue los lunes en su ubicación habitual, el transporte público no se ha resentido... y hasta se ha conseguido que el semáforo del último tramo de la transversal (en la desembocadura de la Avenida Principal) al fin tenga ya la luz verde.

Cádiz carecía de un acceso digno hace menos de una década y se demostró que el proyecto del segundo puente no sólo era necesario sino fundamental, por mucho que algunos tiraran de populismo para criticarlo por su elevado coste (han quedado retratados). El plan establecido contemplaba incluso una serie de actuaciones para mejorar esa llegada por carretera, y que se han dilatado demasiado en el tiempo y aún otras siguen sin ejecutar

Queda aún otro examen por superar, aunque éste no atañe a la propia ciudad. La previsión de cuatro meses de obra se debe a que la población gaditana se multiplica en verano a causa del turismo. Una demora en las labores supondría aumentar las dificultades en la circulación. De momento, aseguran que van en tiempo y que en julio ya al menos se podrá rodar por esta infraestructura, que 55 años después merecía una reestructuración completa. Y sin sobresaltos. De nuevo toca guardar las alarmas en el cajón.

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