La absurda competencia entre las instituciones

La Diputación informó ayer de los nombramientos de los hijos predilectos de la provincia y de las medallas de la provincia que iba a conceder. La noticia se produjo justo un día después de que se dieran a conocer las banderas de la provincia, que otorga cada Delegación Provincial de la Junta de Andalucía, y dos después de que la Consejería de Presidencia anunciase las medallas de oro de Andalucía. Desconocemos si se ha producido una inocente premura para dar a conocer la noticia por el órgano provincial o si nos encontramos ante un deletéreo intento de protagonismo por parte de la institución. Tanto monta. Una entidad del empaque de la Diputación de Cádiz debe respetar los tiempos y permitir que cada administración tenga sus espacios. A fin de cuentas, la entrega de los galardones no se producirá hasta el próximo 20 de marzo y aún debe ser refrendada por el Pleno provincia. ¿A qué tanta rapidez?

Lo triste de esta circunstancia es que quienes quedan en medio de la polémica, opacados por esta suerte de contraprogramación de distinciones, son los premiados este año tanto por el ente provincia como por el autonómico. Nada que reprochar ni a los unos ni a los otros, que han demostrado sobrados méritos para contar con el respaldo y la admiración de los gaditanos (que ni saben, ni realmente les preocupa, si las medallas o banderas proceden de San Telmo o del antiguo Palacio de la Aduana).

Resulta llamativo también la coincidencia en los hijos predilectos de Junta y Diputación. En ambos casos, se ha rescatado la memoria de Lola Flores, en el centenario de su nacimiento, si bien la Junta lo anunció con anterioridad. Casualidad.