OPINIÓN

Yo, capitán

Los protagonistas Seydou y Moussa tendrán que enfrentarse a numerosos peligros en su viaje desde Senegal al continente europeo

Eduardo Moyano

Cádiz

Pasadas las vacaciones navideñas volvemos a la normalidad, a la rutina de nuestros trabajos y nuestras vidas. Para algunos, como los inmigrantes que intentan alcanzar las costas europeas no hay Navidad. Todos los días son iguales y en todos existe el objetivo de alcanzar una ... vida mejor.

España es actualmente, el segundo país de la Unión Europea que recibe mayor número de inmigrantes tan solo por detrás de Italia. Fueron cerca de cincuenta y cinco mil los inmigrantes que entraron de forma ilegal por mar o por tierra, cifra que ha crecido notablemente respecto a años anteriores. Andalucía y sobre todo, las islas Canarias , están siendo las dos comunidades que viven un continuo goteo de hombres, mujeres y niños que arriesgan sus vidas para embarcarse en frágiles y desvencijadas embarcaciones que, con demasiada frecuencia, hacen que las vidas de muchos de ellos acaben en el fondo del mar.

La Unión Europea acordó a mediados del mes pasado la adopción de diversas medidas para gestionar los flujos de migración legal, tramitar las solicitudes de asilo y devolver a sus países de origen a inmigrantes irregulares. Además, el acuerdo incluye un mecanismo de solidaridad obligatoria entre los países miembros en beneficio de los Estados bajo presión migratoria, como es el caso de España solo superada por Italia.

Pero, mientras esas medidas se aplican la situación de los inmigrantes irregulares continúa siendo calamitosa. «Yo, capitán», la película del italiano Mateo Garrone («El cuento de los cuentos», « Gomorra», «Dogma»…) describe el viaje de los inmigrantes en busca de la tierra prometida. Su película emotiva y veraz pone rostros a quienes intentan alcanzar nuestras costas. No son un frío número como el que nos describen diariamente los medios de comunicación que reflejan la llegada de inmigrantes a nuestras costas o relatan el naufragio y las víctimas de alguna embarcación. No, «Yo, capitán», que ha llegado estos días a nuestras salas es una descripción del arriesgado viaje que miles de personas emprenden para llegar a Europa y como muchas de ellas se quedan en el camino.

Como ya hemos visto en otros títulos italianos como «Fuocoammare» o «Terraferma», e incluso españoles como es el caso de la premiada »Adú», la película de Garrone describe ese viaje , con dos jóvenes de dieciséis años ilusionados con llegar a Italia partiendo desde Dakar, en Senegal .

El viaje de los jóvenes es una auténtica epopeya , un viaje que pone en riesgo la vida de los dos chicos, que contrasta con la facilidad que tienen los occidentales de desplazarse de un país a otro. Garrone quiere, en cierto modo, hacer un llamamiento a los jóvenes occidentales para que conozcan las dificultades por las que atraviesan sus coetáneos en otros puntos del globo.

Los protagonistas Seydou y Moussa tendrán que enfrentarse a numerosos peligros en su viaje desde Senegal al continente europeo. Deberán cruzar el cinturón del Sahel, el desierto del Sahara o Libia donde se las verán con guerrilleros o mafias que se enriquecen a costa de los más vulnerables. La historia que protagonizan Seydou y Moussa está tomada de testimonios reales de inmigrantes que, en algunos casos han trabajado como extras en la película.

Amenazas, detenciones, robos, torturas, a las que han de enfrentarse en una aventura que los lleva a un cayuco desvencijado y repleto de inmigrantes en su intento de cruzar el Mediterráneo como frontera de una vida mejor.

La película de Garrone, dentro de su realismo, introduce toques mágicos u oníricos en lo que es un viaje de iniciación y descubrimiento de los protagonistas. No será la primera ni tampoco la última película que trate el tema de la inmigración porque según el director británico Ken Loach, «los cineastas están obligados a hurgar en las heridas que aún no han cicatrizado» y la inmigración es uno de los mayores problemas que tiene Europa .

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