OPINIÓN

Lo que nos faltaba

Los que tenemos la inmensa suerte de vivir aquí lo hacemos en un enclave privilegiado pero que desgraciadamente la decadencia que nos embarga puede hacernos sucumbir de nuestro propio éxito

Antonio Fernández Repeto

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Hemos consumido escasamente una semana del mes de agosto y ya nos parece una eternidad. La llegada masiva de cruceros con sus huestes de visitantes, hace insostenible transitar una mañana por las calles del centro.

Atravesar desde la plaza de las Flores a la Catedral ... es como realizar un safari por la senda de los elefantes, no hay quien dé un paso. Hace años, los comerciantes se quejaban de que los cruceristas no dejaban nada en la ciudad. Hoy, afortunadamente, no creo que puedan decir lo mismo. A su paso por el 'cruceródromo' (léase San Juan de Dios, Pelota, Catedral, Compañía, Plaza de las Flores, Columela y San Francisco) todos los comercios están colonizados por ellos y pocos, por no decir ninguno, se salva de la quema. Las paelleras del 'Paellador' ocupan las mesas del Andalucía a la vez que las de los gaditanos aún estamos desayunando churros, las de la freiduría Las Flores soportan colas interminables, las zapaterías están repletas de guiris probándose cangrejeras y hasta la tienda de turrones de Compañía vende más que antes de Nochebuena. Hace unos días me comentaban que las peluquerías de señoras atienden también a montones de cruceristas que aprovechan su escala para acicalarse y ponerse guapas para las fiestas de a bordo.

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