Aprovechemos el momento

La proliferación de apartamentos, pisos y alojamientos turísticos, son también una fuente de visitantes que indudablemente transforman el ambiente habitual de la ciudad

Antonio Fernández Repeto

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Vamos a disfrutar de los últimos días de agosto. La masificación que hemos padecido durante la primera quincena del mes se va disipando. Aún vemos muchos trolleys (esas maletitas ruidosas con ruedas) recorriendo nuestras calles de aquí para allá en busca del apartamento perdido. También grupos de ávidos visitantes y que dirigidos por expertos guías desentrañan hasta los más recónditos secretos de nuestra historia. Pero ya, a estas alturas del verano, empezamos a reconquistar un ambiente algo más habitual y volvemos a la normalidad.

Comentaba el último día en mi columna de opinión que Cádiz está de moda y a la vista está. En este mes hemos podido comprobar como la invasión de visitantes a la que cada vez estamos más expuestos se ha hecho mucho más evidente. Salir a dar una vuelta como habitualmente hacemos, se ha convertido en una misión casi imposible. Calles abarrotadas, terrazas empetadas con colas para ocupar mesas o atascos circulatorios agravados por las inoportunas obras y la falta de aparcamientos ha sido la tónica dominante.

Espero que vayamos aprendiendo de lo que se nos esta viniendo encima. Cádiz por su atractivo histórico y cultural ha tomado un hueco propio en el ámbito turístico nacional e internacional. Durante mucho tiempo nos hemos mantenido al margen de los circuitos. Aquí solo venían familias de Madrid, Sevilla o Extremadura a pasar los veranos y con ellas se conformaban aquellas pandillas veraniegas de las que todos hemos disfrutado.

Hoy todo ha cambiado, las redes sociales, los programas de difusión televisiva y los artículos de promoción como los del 'New York Times' han descubierto Cádiz al mundo y el mundo ha empezado a visitarnos. Los grandes cruceros que arriban a nuestro puerto, aunque los hosteleros digan que no, también aportan a nuestras calles una riada humana que llena los comercios aledaños al «tontódromo crucerístico» (entiéndase San Juan de Dios, Pelota, Compañía, Mercado y Columela). Cuando seamos puerto de embarque esto se agravará sin duda.

La proliferación de apartamentos, pisos y alojamientos turísticos, son también una fuente de visitantes que indudablemente transforman el ambiente habitual de la ciudad. Tienen de negativo que encarecen los alquileres y ahuyentan a los jóvenes gaditanos, pero por otro lado se han rehabilitado fincas que estaban en estado semirruinoso.

La turistificación, por lo que estamos experimentando, ya es imparable. Si no se produce un milagro y aparece alguna inversión industrial que cree puestos de trabajo en nuestra ciudad vamos a tener que vivir y convivir con el turismo. Cádiz pasara a ser una capital cultural y de servicios, no hay otra. Debemos ser inteligentes, aprovechemos el momento, llevemos este movimiento a nuestro favor.

Creemos unas infraestructuras que merezcan la pena, hagámonos atractivos a los visitantes y aprovechemos los recursos de nuestra ciudad, que son muchos, para que podamos beneficiarnos de este movimiento que nos ha llegado. Si nos dormimos en lo laureles llegaremos tarde y sería una pena matar a la gallina de los huevos de oro.

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