Adiós, Agüela

Paco, te has separado de nosotros el día de los abuelos, no pudiste elegir mejor día

Antonio Fernández Repeto

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Cuando este martes me sorprendía, primero el rumor y luego la confirmación del fallecimiento de Paco Leal, se me vinieron a la mente recuerdos y vivencias de muchos años compartidas con él. En estas torpes líneas que pretendo dedicarle no quiero trasladarles un sentimiento de tristeza, al contrario. Los que conocieron a Paco, y en Cádiz han sido muchos, saben que, bajo ningún concepto, le gustaría que estuviésemos tristes y, aunque ahora sea difícil conseguirlo, seguro que preferiría que al ver la portada de su última publicación '¡Ay, omaíta!' magníficamente plasmada por Kiki, esbozáramos una sonrisa socarrona como la que él mismo nos ofrece en esa imagen.

Después del cierre de La Perola donde tantas noches nos deleito con sus creaciones culinarias plagadas de anécdotas y chistes, lo hemos visto muy poco por las calles del casco antiguo, por eso la noticia de su partida nos ha cogido un poco descolocados. Aunque sabíamos que seguía devorando libros por tierras beduinas, hacía ya tiempo que no teníamos la suerte de encontrarlo por la calle y que agarrándonos por el hombro nos dijera «cucha, cucha, ven acá pacá que te vi a contá un chiste». Hemos compartido con él el nacimiento del carnaval callejero, que como muchos sabemos, surgió de aquel culpé irreverente «a mi vecina Juana, le gustan los purgantes…» de un grupo de 'La Corporación bajo mazas' allá por el año 1981. Luego en el 82 y basado en Emilio Rosado escribió de una ristra de 12 ó 13. Así nació «Mi vecina Carmeluchi la del cuarto, cuando le toca limpiar las escaleras…» y nos fuimos a la calle a caja y bombo con 'Los buscaoros'. Ya el siguiente año se integró como autor junto a Emilio y José Manuel Gómez y parieron 'Los Peli-culeros'. Esa fue la aparición estelar de Paco en la chirigota. Su imagen de Marilyn con la falda al viento, los labios rojos y sus bragas de canalé (como él las llamaba) con su mata de pelo al aire para hacer honor al título de la chirigota, no pudo ser más impactante. Paco, después de eso fue; nuestra churrera en 'Los Churreros de La Guapa', nuestra sultana en 'Los morazos de la sultana de coco', nuestra Melody en 'La pequeña Melody y sus secuestradores', nuestra vidente en 'Autopista hacia Benalup' o nuestra particular Pantoja de 'La última tentación de la Pantoja'. Solo un año no fue la protagonista de nuestra chirigota, fue en 'Los del pellejazo' que por exigencias del guión renunció a su habitual papel.

Disfrutamos con sus ocurrencias hasta la saciedad y, como autentica chirigota callejera, a los sones de caja y bombo, recorríamos las calles desde el primer domingo hasta el de piñata sin faltar una noche. Aún suena en mis oídos la voz aguardentosa que usaba cuando se asomaba al patio de mi casa preguntando «pero bueno, ¿es que hoy no va a salir nadie? Venga vámonos a cantar». Nos poníamos el tipo y nos íbamos a la calle hasta las tantas de la madrugada. Luego, y como no podía ser menos, participó activamente en prolongar la fiesta hasta el Carnaval Chiquito.

En la historia del Carnaval actual hemos ido perdiendo recientemente referentes importantes: Juan Carlos Aragón nos dejó una pluma inigualable, Manolito Santander un compás chirigotero difícil de imitar, con Paco Rosado un gusto musical inigualable pero ahora con Paco se nos va la autentica esencia, su idiosincrasia, la poca vergüenza, en definitiva la transgresión.

Paco, te has separado de nosotros el día de los abuelos, no pudiste elegir mejor día. Un beso y adiós, Agüela.

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