OPINIÓN

Perfil

Alguien dijo alguna vez que si quieres que algo no funcione crea una comisión

Todos los que le conocíamos sabíamos de su especial habilidad para dar la vuelta a los temas escabrosos sin mancharse. Su maestría para salir indemne de cualquier conflicto era de auténtico experto. Incluso en aquellos asuntos en los que su compromiso era flagrante miraba hacia ... otro lado como si no fuera con él. No era gallego, pero nunca sabíamos si subía o bajaba la escalera.

Hasta hace bien poco las diversas entradas que, en el Diccionario de la RAE, tenía el término «perfil», hacían referencia al contorno de la figura de algo o de alguien, a los rasgos que dan carácter a una obra del espíritu, a la línea que señala el límite de una cosa para el que la mira, o incluso a un trazado topográfico o a la figura que representa un cuerpo cortado, real o imaginariamente, por un plano vertical. La irrupción en nuestras vidas de las redes sociales ha hecho que cada vez que usamos el vocablo perfil nos refiramos a las características que nos definen, en ese mundo tan virtual como poco tangible. Lo que nos interesa, nuestras experiencias y aficiones profesionales o lúdicas, nuestro estado, la actualidad reciente y la ubicación geográfica, nos sirven para estar en lo más luminoso del candelero o sin embargo haber pasado al lado más oscuro. Lo que sí sigue manteniendo su significado es la postura indefinida por antonomasia de «ponerse de perfil». Esa que, según el Evangelio según San Mateo (27:24), adoptó Poncio Pilatos, procurador romano de Judea, y que al lavarse las manos condenó a la crucifixión a Jesús de Nazaret. Así nos referimos a alguien, persona física o jurídica, que no quiere tomar una decisión para no buscarse problemas, o que está en una situación difícil y sale de ella sin asumir responsabilidad alguna.

En esa postura nuestra Administración lo borda, sobre todo cuando se trata de proteger a las víctimas más vulnerables. Nueve de cada diez casos de acoso escolar siguen impunes en nuestro país, según denuncia la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar, que señala como causas al fallo estrepitoso de los protocolos y a la inacción efectiva por parte de Administración. Las cifras oficiales sólo reflejan una mínima parte de la realidad, según Save the Children, la UNESCO y Amnistía Internacional. Lo mismo ocurre en lo que se refiere al acoso laboral y a las violaciones en grupo llevadas a cabo por menores. Todo un paradigma de la inoperancia de la tibieza de las instituciones. Que una familia entera de una niña violada en un centro comercial, por un grupo de menores, tenga que mudarse de ciudad por las amenazas de los «presuntos» violadores dice mucho de la indefensión de las víctimas. A la par que de la defensión de la presunta inocencia de los agresores habrá que proteger el derecho de las víctimas a que se les sea reconocido el daño infringido.

Alguien dijo alguna vez que si quieres que algo no funcione crea una comisión. Yo apostillo, si quieres que algo se eternice diseña un protocolo.

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