Un año, 365 oportunidades

Yo este año me he propuesto romper con todo lo anterior que ha habido en mi vida, romper con las cadenas que atan a determinadas personas que no aportan ya nada a la vida, que sirven más de lastre en los tobillos que de alas en los pies para alcanzar los sueños. He decidido ir por mis sueños de verdad y todo aquel que no sume en mi vida eliminarlos de la ecuación que supone la vida, el día a día, cada nueva oportunidad que da el calendario que estamos estrenando. La vida solo es una y los sueños hay que lucharlos día tras día por conseguirlo y, quizás, en muchas ocasiones debemos de elegir quien tener a nuestro lado para poder cumplirlos.

La realidad es que somos nosotros mismos los que tenemos que hacer efectivos esos sueños, no podemos dejar en manos de otros o de la Providencia el que se cumplan nuestros sueños o nuestras metas. Apuntarse al gimnasio, por ejemplo, y esperar que con solo eso se pierda el peso que se desea es de iluso, ya que sin el esfuerzo diario no se consigue el objetivo deseado.

Los sueños, por lejanos que parezcan, pueden materializarse, solo hay que perseguirlos y pelear por ellos, y lo digo por experiencia propia, porque gracias a Dios en estos días estoy cumpliendo algún que otro sueño que hace unos meses parecía inalcanzable.

La vida no es más que una sucesión de metas que nos planteamos y que a medida que las vamos consiguiendo nos generan la felicidad. Si por algún motivo no alcanzamos una y nos damos por vencidos o, simplemente, no nos planteamos ninguna, nuestra vida no tiene la fuerza suficiente para hacernos avanzar, evolucionar, en definitiva, ser felices por sentirnos auto realizados.

No debemos de pensar que no nos pondrán trabas ni zancadillas por el camino. Evidentemente que lo harán y muchas, por desgracia, vendrá de seres que creíamos nuestros amigos o nuestras parejas, pero eso no debe de preocuparnos más allá de saber con quién sí, con quién no y con quién nunca más. Alcanzar el éxito o estar en camino de ello suele generar muchas envidias y muchas personas no se sentirán cómodas con verte llegar a la cima, pero eso no debe de generarnos ningún tipo de malestar o de duda, ya que solo aquellos que de verdad se alegren por nuestros éxitos son aquellos que debemos de mantener a nuestro lado. Y todos aquellos que cuando estábamos en el fondo se fueron buscando cobijo bajo otros árboles que no esperen de comer de nuestros frutos cuando el nuestro esté dando los suyos y que, por desgracia, seguro que volverán a rodarnos cuando eso ocurra.

Asá que, querido lector, el nuevo año que ha empezado hace unos días nos trae 365 oportunidades para ser feliz, para cumplir nuestras metas, para sentirnos realizados cada día y ojala que cuando caiga la última hoja del año 2023 podamos todos mirar hacia atrás y ver como el camino ha sido duro pero ha tenido su recompensa. Ahora está en nuestras manos el conseguirlo o no, pero estoy seguro que este año será el del éxito para todos.